Viejos y Jovenes

      Llevo casi veinte años en el banco y a veces se me olvida como se llama, con cada fusión, una nueva letra se añade al nombre y nuevos despidos también.
Tengo que reconocer que ha sido un golpe duro no ocupar el puesto director de la oficina central, todos lo daban por hecho, incluso yo, pero ha sido elegido un joven de 28 años, con solo tres de experiencia. Ellos sabrán lo que hacen porque el chaval no tiene ni puta idea.

      Ya no salgo con Damián, es el miembro más veterano de la oficina, ¿Qué hago yo con él y su mujer haciendo senderismo y cantando en el karaoke?, ahora soy un single y todavía soy joven. Lo que me saca de quicio es la forma que tienen de preguntarme si hecho de menos a Virginia, sabiendo perfectamente que ella vive ahora con su nueva pareja y no les voy a decir que la hecho de menos todas las noches, como un gilipollas integral. Agradezco su apoyo, pero yo quiero vivir y no hacer oposiciones para ganar un viaje del inserso. 


      Raúl es la sangre joven del banco, hemos salido un par de interminables viernes, remando contracorriente, intentando aguantar la música electrónica que vomitan los antros a los que me lleva, esnifando vitaminas blancas para aguantar el ritmo,  pero no hay nada de que hablar porque lo importante no es hablar .
Cuando llego a casa con el sol de testigo, destrozado y paranoico, busco el trankimazin en los cajones de la cocina. Se que estoy fuera de lugar y me prometo que es la última vez que me apunto a esta ruina. Despues de repasar el guión de la noche como si de un  thriller se tratara, me duermo diluyendo mis remordimientos con música de Miles Davis.


      Ayer comí con mi hija en el Avenida, un pequeño restaurante junto al banco. La encontré muy madura pese a sus dieciocho años, pactamos no hablar de su madre y ella lo cumple a rajatabla, sabe que me duele. Mientras me hablaba de sus proyectos, pensaba en el director de banca de 28 años, que vive con ella hace dos meses, aparte de no tener ni puta idea, es muy viejo para ella.