22 de junio de 2019

Pongamos que hablo de religión


La religión está grabada a sangre y fuego en todas las civilizaciones, cada una con un método distinto, desde las que destilan tintes conservadores y misóginos, hasta las que permiten total libertad de acción.

Mi curiosidad insana por la religión vino a través de un profesor de filosofía al que nadie le hacía ningún caso en clase y que incluyó las religiones dentro del gran abanico de teorías filosóficas, y constatando el extraño interés que yo mostraba por su asignatura, comenzó a dejarme libros que apostaban por un viaje hacia la sabiduría, viaje que por cierto no realicé porque no pagaban dietas.

Pasando de puntillas por las religiones mayoritarias y teniendo en cuenta el escenario temporal y cultural en el que se gestaron, todas están impregnadas de un mensaje de concordia, paz y amor, salvo excepciones, utilizando metáforas y parábolas para hacer más digerible unos complejos conceptos que intuían no estar al alcance de la mayoría de sus adeptos.

El cristianismo se apoya en unas normas de buen comportamiento, muy parecidas a las del código penal, con algunos pasajes contradictorios que parecen estar sacados del ‘Capital´ de Marx. Todos recordamos el: "es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, que un rico entre en el reino de los cielos".

El Islam, que literalmente significa paz, es una de las religiones más sabias y desconocidas por los occidentales, quizá por rivalidad. El cristianismo y el Islam son religiones muy similares, hermanos gemelos de una ideología que, salvando diferencias históricas y locales, comparten las trayectorias paralelas de Jesucristo y Mahoma. Nombres tan conocidos como Adán, Noé, Abraham o Moisés, aparecen tanto en el Corán como en la Biblia.

El hinduismo, la tercera religión más practicada en el mundo, cuenta con un equipo completo de dioses a la carta, Vishnú, Brahman, Krishna, o Shiva entre otros, defendiendo principios éticos como la honestidad y la tolerancia. Es muy llamativa su iconografía, sobre todo para los occidentales, en la que los dioses aparecen bailando y sonriendo.

El budismo de Siddharta es la religión sin dioses, quizá más cercana a una filosofía de autorrealización. Su expansión en el último siglo en el mundo occidental ha sido exponencial, quizá por su discurso de respeto a todas las formas de vida, con una profunda conciencia de unidad y un sendero sin camino, sin rumbos preestablecidos. Caminante no hay camino.

Pero la mayoría de ellas se han contaminado de todos los pecados capitales que sus dioses ordenaban combatir, del ansia de poder de sus dirigentes y de la sospechosa relación que siempre han mantenido con la política.
Hasta que los creyentes no se quiten la camiseta de hooligan, me temo que la religión seguirá siendo una de las mayores causas de conflicto entre civilizaciones hermanas.

https://youtu.be/tOmKGjy-Ct0

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