15 de octubre de 2020

Querida marquesa

         Querida marquesa, aunque no me guste el dato, me he documentado y he llegado a la conclusión de que comparto el 99,99% de mi ADN con usted, pero me resisto a creer que seamos como dos gotas de agua, no porque usted sea patricia y yo plebeyo ni porque su diáfano discurso supremacista me ubique en las antípodas de su visión sobre las relaciones humanas. Debe haber algún desencuentro en nuestro enlazado molecular, en nuestra trama neuronal que nos hace diferentes, como la materia y la antimateria, como la cara y la cruz, como el oxígeno y el hidrógeno del agua; todos forman parte del mismo catálogo, de la misma unidad, pero unos viven en la noche y otros en el día de ese sol que no entiende nuestros parámetros.

Los mensajes que fluyen producto de los escasos chispazos de clarividencia, van diseñando nuestros cerebros, y a algunos nos dicen que esas pequeñas guerras que intenta inocular en el el núcleo de fricción de las dos Españas, son luchas infructuosas. Marquesa, no me voy a andar con rodeos, lo que necesita es amor, el amor que surge entre las hojas de primavera y el rocío del alba que unen sus esencias de manera desinteresada, pero claro, probablemente para usted esta percepción solo sea un desvarío. Si alguna vez sus más profundas convicciones no son satisfechas, venga a nuestro secta, será bienvenida, pero recuerde que nosotros solo robamos cuando lo necesitamos, como la marea que recupera legítimamente su playa.

Marquesa, ábrase entera (mentalmente) y olvide su tóxico odio hacia los que se resisten a ser dominados por su gremio, no me refiero al PP ni a VOX, sino a los marqueses sin fronteras. Deje que el amor se expanda más allá del reducido grupo de humanos de su cuerda, recuerde que desde un punto de vista galáctico, no existe arriba o abajo ni izquierda o derecha. No se empeñe obsesivamente en obtener por todos los medios el papel de la bruja en Blancanieves o de la madrastra en La Cenicienta, porque ya sabe que estos personajes encarnan las fuerzas del mal. Tampoco le aconsejo que utilice estrategias que ya utilizó el partido Nacionalsocialista para conseguir ser apoyada por una mayoría sin criterio, y ya sabe como acabó la película. Como le ocurrió a Nietzsche, acabará cegada por la luz, pero en su caso, por la que desprenden las farolas de la calle Génova. 


Steppenwolf