Camino despacio y seguro, oteando el horizonte urbano desde la perspectiva lineal que me ofrece el centro de la avenida. Pienso mientras camino, apoyándome en mi piloto automático que controla el tráfico y todas las funciones no conscientes de mi cuerpo. Camino y fabulo historias con toda la gente que resbala a ambos lados del vértice de mi trayectoria.
Un bastón perezoso es ayudado por un anciano con boina. Dos adolescentes mojan con sus hormonas el póster del nuevo producto juvenil de moda. Una ama de casa se perfila por la esquina con un fusil de asalto dispuesta a todo para llegar a fin de mes. Un currante escapa del paro con el mono lleno de manchas irreversibles. Una pareja de monjas con burka buscan a dios sin éxito. Un agente de seguros chantajea con el miedo a los pájaros de un árbol. Toda la fauna humana está suelta, moviéndose como hormigas jerarquizadas, mientras una banda no organizada de palomas vuelan a ras de suelo, orgullosas, sin ningún respeto hacia los peatones. Camino despacio por el centro de la avenida, sabiendo que hay ojos que nos observan desde la cima del cielo, y no son los de dios.
Como en el visionario libro de Huxley, perseguimos una dictadura dorada que nos libere del peso de la responsabilidad, de elegir y decidir, apoyados en el soma que nos suministran nuestros camellos farmacéuticos. El prozac y la sertralina evitarán que nos matemos a dentelladas en plena calle y que nos suicidemos masivamente al son de las ordenes emanadas por Internet. A nadie le importa saber por qué estamos así, parece que no nos interesa abrir los ojos y empezar a vivir, aliviar nuestro dolor ya nos parece suficiente. Huimos de la muerte, del envejecimiento, de las tormentas y las tragedias, pero no corremos lo suficiente y acabamos sumergidos entre olas de ansiedad. Rehusamos entender y aceptar la vida como es, lluvia y sol, placer y dolor, vida y muerte. La neurosis y la paranoia entablan una batalla feroz por ocupar el primer lugar en el ranking del miedo, y mientras tanto, un grupo de activistas silenciosos se reúnen en el interior de nuestras células con el único propósito de enseñarnos a conjugar el verbo DAR.
Éste es de esos posts que uno no se cansa jamás de leer. Enhorabuena.
ResponderEliminarNo lo he dicho todo, volveré.
Aplausos.
ResponderEliminarOle tú!
Te doy un abrazo
Una pareja de monjas con burka, buscan a dios sin éxito.
ResponderEliminarSimplemente genial.
Un beso
Hayyyyyyyyyyyyyy que cancion, que texto, que dibujos, que pasada de entrada es preciosa. nada es casualidad, todo lo que hacemos esta claro que sirve para algo, y no hay nada mas bello que dar sin recibir nada a cambio.
ResponderEliminarEres un bobon, tu y lo que llevas dentro, te doy un beso sin nada a cambio.
La generación del diazepán y el tranquilmazin.
ResponderEliminarUna generación perdida...
Magnífica entrada!
Salu2
AINA: Sabiendo lo exigente que eres, tus palabras son un elogio.
ResponderEliminarParece que estoy sufriendo algún terremoto informático, no funciona el correo ni la zona de seguidores. Confirmado, son meigas.
MARIA: Un abrazo y gracias.
KALINA: No pienses que soy "monjofobo", hace unos meses oí a una monja argentina pedir publicamente sus derechos y los de las mujeres religiosas a la cupula del Vaticano, con un par.
ResponderEliminarUn abrazo.
JULIA: A lo largo de mi vida me ha caido algún insulto que otro: Sátrapa, tahur, insincero...... pero nunca me habían llamado bobón. En un principio pensaba que me emparentabas con el rey pero después recorde una palabra canaria que decían los tinerfeños y que quería decír algo así como huevon, pavo o soso.
ResponderEliminarBueno, no acepto ese grave insulto, lo que me lleva a retarte a vida o muerte en un duelo con las siguientes armas: arroz a banda, vino blanco, endivias al roquefort y orujo de miel (el que pierda paga).
PD: Si hay algo más bello que dar sin recibir, es recibir sin tener que dar. Es que a mí me han enseñao asín.
Pues los dos somos de Alicante, asin que cuando quieras. ¿En Campello te viene bien?
ResponderEliminarEs una broma uyuyuyu
" Un mundo feliz", es nuestra meta en todo discurso, en todo sueño. Pero ya sabemos, para lograrlo hay que manipular genèticamente o "ideològicamente" al hombre para que naturalice toda las formas repugnantes de vivir como si fuese un destino y no una circunstancia. Los camellos ayudan a cruzar el desierto de la ciudad cuando el miedo es demasiado denso...Muy interesante. Un beso
ResponderEliminarTONI: Cuando estén a la venta las pastillas preventivas de dolores físicos y psíquicos, formarán parte de nuestra dieta diaria, como el pan.
ResponderEliminarUn saludo Toni.
CLAUDIA: Los camellos farmaceúticos nos ayudan a sobrevivir, pero muy pocos laboratorios investigan conductas preventivas para evitar caer en las pastillas (siendo ellos los que más y mejor información tienen de nuestras diversas dolencias), como interrumpir la recaptación de serotonina por parte del cerebro con técnicas alternativas para evitar la depresión endogena.
Esta función debería ser obligatoria para ellos.
¡Ah! se me olvidaba, ahí no hay plata, business is business. En la proxima película que estrene mi imaginación , el papel de malo se lo disputarán ferozmente políticos, bancos y farmaceúticas.
Muy interesantes tus comentarios Claudia, un abrazo.
Esta es una de esas entradas, que yo fumador empedernido, comparo con un buen cigarro puro para la sobremesa, porque la puedes disfrutar durante horas, haces una radiografía de nuestra sociedad y en lugar de caer en el desánimo, propones una salida digna, dejas un rayo de esperanza al final.
ResponderEliminarme gustó mucho
salu2
ISMAEL: Te agradezco tu análisis generoso como siempre. Habrá alguien que piense que ese rayo de esperanza no es real, pero es al menos sorprende que en Japón no hayan habido saqueos, ni pillaje ni desordenes. Poco a poco puede que pertenecer a la raza humana deje de avergonzarnos.
ResponderEliminarUn abrazo.
¿por qué dejó su voluntad de huir en poder del piloto automático?
ResponderEliminarLAURA: Buena pregunta. Quizá el piloto automático somos realmente nosotros.
ResponderEliminarSaludos.
Bien bien bien.Te seguimos
ResponderEliminarQué bueno!!!
ResponderEliminarRecuerdo las vueltas que le di yo al soma cuando leí aquel mundo feliz hace ya miles de millones de años.
:-)
Te he descubierto gracias a tu visita y me gusta tu blog ,te leeré despacito para saborearlo.Saludos.
ResponderEliminarhola hace un tiempo pasate por mi blog , en ese momento no vi tu comentario , pero te agrdezco la visita , me gusto mucho tu relato tiene una descripcion dulce y amarga que te deja en la imaginacion un aire de aceptacìon vital. un abrazo.
ResponderEliminaresto de las palabras es lo màs bello que existe y cada dìa lo compruebo al tomar las palabras y hacerlas mìas.
Muy buena reflexión, muy bueno el texto y bellamente escrito.
ResponderEliminarQué ajjco de envidia que te tengo.
COLECTIVO: Bienvenidos a mi humilde morada, el whisky bueno está debajo del segundo post.
ResponderEliminarMERCE: Al soma no se le da vueltas, una cucharada después de cenar y ya no hace falta ni encender la tele.
Bienvenida.
LOLI: Bienvenida, sientete como en casa. Eso sí, si te metes en un post, dejalo después en su sitio que el otro día me tropecé con uno que estaba en el suelo.
Saludos.
INSOMNIA: Bienvenida. No recuerdo tu blog pero aprovecharé que has venido para visitarte. Si no existieran las palabras, nos comunicaríamos con el alfabeto de los ojos.
ResponderEliminarSaludos.
PON: Gracias por tus palabras pero si tienes algo contra mí, no vengas con esa máquina decapadora para puertas verdes, que se me ha quedado grabado como la historia del hombre del saco.
Saludos.
Pastillas contra el dolor ajeno. Pero no nos confundamos, para poder dar, sin nada a cambio, tenemos que astraernos de nuestros miedos y dolores, no vaya a ser que dando descubramos que también somos necesitados.
ResponderEliminarEse es el problema, si el descubrir nuestras necesidades nos abre, bien. Si el descubrir esto, nos cierra, seguiremos como hasta ahora o peor. Lo peor de las incipientes sociedades totalitarias es ese primigenio sentimiento de rebelión contra lo establecido, pero hay que mirar muy bien a quién seguimos. Excelente entrada. Un saludo.
EMILIO: Estoy convencido, sin ninguna duda, que cuanto más damos(en el buen sentido de la palabra), más ricos somos, no solo me refiero al aspecto material sino al global, al concepto.
ResponderEliminar