Esa siesta de sofá que se produce automáticamente después de comer, esa que ignoran los guiris y los mancebos poco avezados en las técnicas onricas mezcladas con la vigilia, fue interrumpida por un ruido que rompía la barrera del sonido, era el móvil. Giré ligeramente mi cuerpo para acabar con ese zumbido y respondí acordándome de todos los antepasados de mi interlocutor:
- Qué?
- Javier Romero, es usted?
- De momento sí. Qué quiere?
- Le voy a proponer una oferta que no va a poder rechazar.
- No voy a cambiar de compañía, la mía solo me roba 75€ al mes.
- No voy a pedirle dinero ni se trata de telefonía móvil, le propongo hacerse miembro de la Religión del Sol, no sé si sabe que últimamente lo está petando. Deje su sangrienta religión y venga con nosotros. Si me va a preguntar que ventajas tiene, yo le diré que muchas, vivir en el paraíso desde el momento que usted acepte unirse a nosotros y, después de la muerte, podría reencarnarse en lo que quiera.
- Si va a preguntar y responder usted mismo, avíseme cuando tenga que hablar. Qué gano yo haciéndome .......solista? El otro día me llamaron de la liga islamista y me ofrecieron 17 vírgenes cuando la palmara. Me parecieron muchas, yo con 15 tengo bastante. Y usted, que me ofrece?
- En la Religión del Sol lo importante no es el sexo, yo le ofrezco la vida eterna, mediante la meditación y el yoga, y no dude que en pocas semanas usted estará en lo más alto de las galaxias.
- No hay sexo? Oiga, no me interesa, quédese con su yoga y sus meditaciones, bastante tengo con meditar como pago las letras de la hipoteca. Lo único que quiero es seguir con mi siesta y reengancharme con el sueño que tenía con Elsa Pataky. Ah, y de reencarnarme, lo haría de paloma, siempre que usted pase por debajo de mí. Adiós.