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¿Estoy muerto?
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Técnicamente sí, igual que yo, igual que todos los que estamos aquí. Está en la estación de
transición, también llamada purgatorio. Me llamo Rodrigo
Pisano - se presentó con un marcado acento porteño, los argentinos están en todas partes, pensé -
nuestra función es dirigir a cada difunto al lugar más
adecuado para su nueva vida, dependiendo de los pecados que
haya cometido, de sus merecimientos y de otro tipo de
parámetros. Realizaré cien acusaciones sobre presuntos pecados de
los que tenemos constancia y de los que usted debe defenderse. ¿Preparado? - me preguntó
mirándome por encima de las gafas.
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¿Esto es un juicio? - le devolví la pregunta.
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Si lo quiere llamar así, sí. En este caso, para usted es el
juicio final.
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Ah.... claro, estoy listo, adelante – le conteste preparando
mentalmente la estrategia a la que debía jugar para ganarme el
cielo: negar y mentir.
El
funcionario comenzó a leer mi curriculum completo, incluyendo
hechos en los que me encontraba totalmente solo, luego era
cierto, dios estaba en todas partes y mira que me lo habían
dicho: "cree en dios, aunque solo sea por precaución".
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Javier Romero, nacido en Madrid, …....... transbordo a la
estación transitoria desde la autopista AP-7 por accidente de
tráfico...........la primera acusación.........veo aquí que
defraudó a hacienda100.000 € en el ejercicio 2005, ¿qué tiene que decir sobre esto?
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Es falso, el banco en el que trabajaba inflaba las cifras de
gastos pero nos pagaba menos y así conseguía pagar menos
impuestos. Me imagino que me va a creer a mí antes que a un
banquero, ¿no?
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Le creo Javier, todavía recuerdo el corralito cuando estaba
vivo. Políticos y banqueros especulaban con nosotros a su
antojo. Los que tienen la plata son los dueños y permiten que soñemos con un
mundo democrático, pero no es una democracia real.
El
primer asalto lo había ganado, además había creado una
atmósfera de complicidad. La táctica funcionaba.
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Señor Romero, según mis datos, la sinceridad nunca fue su
mejor virtud. ¿Es cierto?
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Rodrigo, tendrá que convenir conmigo que decir la verdad es
duro e hiriente, incluso se podría calificar como forma
sádica de maltrato. Yo no soy un sádico, y si mis mentiras
piadosas son un pecado, que conste en acta que son producto de
mi amor por el prójimo – mentí descaradamente.
El
funcionario dio su veredicto positivo a mi defensa y ya
estábamos en la tercera acusación, la guerra.

- ¿Participo en la guerra de Irak de manera activa?
La
pregunta me pilló a contrapie, frío, sin capacidad de
reacción. Pagaría lo que fuera por un método
científico que me devolviera al pasado y evitar la vergüenza
de haber sido un mercenario. Si encontrara esa fórmula, rectificaría más de un error aunque suene extraño. Ahora
nadie se arrepiente de nada, si eres un asesino en serie no te
arrepientes porque te ha servido para aprender. Sí, seguramente
anatomía.
Sabiendo
que no podía seguir esquivando preguntas, decidí atajar y
tocar la fibra sensible de Rodrigo, debía intentar que se
sintiera identificado conmigo, que recordara que yo era solo un
simple pecador, indefenso y desamparado, y como tal, una
victima que merecía la redención y la gloria.
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Rodrigo, permítame que le diga que por su manera de hablar y
su mirada directa y certera, sé que usted es una persona que
conoce perfectamente a cada difunto que tiene
enfrente, ¿acierto?
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Modestia aparte, cuando veo a alguien por primera
vez, sé si es una alma pura o es un pecador empedernido, y
siempre acierto.
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Bien, pues hoy es viernes, ahórrese trabajo y certifique lo que
esta viendo, dígame si merezco el cielo o el
infierno. Sea cual sea su decisión la acataré sin rechistar y
me declararé inocente o culpable, lo que proceda.
-
Señor Romero, si me pide sinceridad, allá va: usted merece
ir al infierno, sobre todo por su desordenada vida sexual, pero
tengo que decirle que se defiende mejor que algunos abogados que
he conocido y si sigue con las preguntas, seguramente se salvará
del infierno, pero ..... ¿está seguro del destino que prefiere?
El
giro en el interrogatorio y el extraño comportamiento del
funcionario me abrió los ojos, era el momento más
importante de mi muerte y no podía fallar. Quise indagar sobre
mis dos posibles destinos y me animé a pedir información
reservada.
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¿Que menús hay en el cielo, Rodrigo? ¿Hay conciertos
de rock? ¿Sexo, aunque sea casto?
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Romero, en el cielo no hay sexo, ni
los ángeles ni los humanos que ingresan en el cielo tienen ningún tipo de
apéndice ni orificio de entrada, los deseos sexuales se subliman
con los cantos gregorianos. Allí no es necesario comer ni beber,
y todo el día se reza en infinitas columnas, como un gran
ejercito de seres perfectos que se arrodillan al paso de dios. La
población del cielo esta formada por las cúpulas del vaticano,
políticos, personajes ricos e influyentes, delincuentes de cuello
blanco, traficantes, y los millones de avispados que han
trabajado su llegada al cielo como un plan de pensiones.
La descripción que hizo Rodrigo del cielo, cambió mi punto de mira.
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¿Temperatura media del infierno? - le pregunté con la
intención de que se explayara.
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Desde el año 1950 hay aire acondicionado, - sonrió - el
infierno es una estación parecida a la que vivíamos en la tierra, pero sin políticos ni
religiosos, sin maleantes, sin dinero y sin propiedades. Cada
uno trabaja en lo que realmente le gusta y las tareas menos
demandadas son realizadas por robots fabricados por la colonia
de japoneses residentes en el infierno. Todos los días hay
festivales de jazz, blues, bossa, cine y fiestas de todo tipo.
El sexo es uno de los productos principales de ocio, allí ya
saben que eso del amor de pareja es un camelo, que solo es un
proceso químico pasajero. Los productos autóctonos de la zona destacan por su
calidad, plantaciones de marihuana curativa y sobre
todo los destilados de malta que ya están siendo exportados a
la tierra, de estrangis por supuesto. Ah, de esto ni una sola
palabra - dijo el funcionario con el indice sobre la
boca.
-
Confieso que merezco ir al infierno , adelante, proceda
- la decisión ya la había tomado, solo rezaba para que el funcionario estuviera en lo cierto.
Rodrigo se
aclaró la voz y leyó de manera solemne un contrato que curiosamente ya tenia preparado, declarándome culpable
y condenándome a pasar el resto de mis días en el
infierno.
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¿Alguna pregunta más antes de partir, Romero?
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¿Voy a volar en primera o en clase turista?
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Al infierno se va en metro - Sonrió y me estrechó
la mano. Sin duda fue el inicio de una gran amistad.
............... Sentado en una terraza acuática, puedo saborear el
extraño color verde de este mar situado al sur del
infierno. Jimi Hendrix toca la guitarra sobre un liviano
puente de madera y juraría que ha mejorado con el tiempo, como los
buenos vinos. Amy toma un whisky a palo seco, celebrando su primer aniversario. Ella tenía razón, no necesitaba la rehab, ahora es más valorada por todos. Una satánica compañía con bikini negro me quita la tablet justo antes de despedirme, y ........que le vamos a hacer, estoy a su entera disposición.