Si salimos de nuestra burbuja montados en la fuerza centrífuga de la voluntad y miramos al exterior, podremos atisbar otras realidades, diferentes culturas, pueblos con una dignidad sorprendente a pesar de soportar unas condiciones de vida infrahumanas. A mi vuelta, la palabra crisis me pareció extraña viendo a comensales de paellas en restaurantes llenos, y como un espía, agudicé mis sentidos para averiguar que estaba pasando.
Todavía la recuerdo, sus ojos traslucían un espíritu guerrero que le impedía resignarse a presenciar como en los pueblos pequeños e indefensos siempre llueve sobre mojado. Flotaba a su alrededor una energía capaz de cambiar el mundo, defendía a los débiles, odiaba las injusticias y caminaba con la cabeza muy alta. Daba con las manos llenas, era su virtud y también su recompensa. Un urbanita como yo no estaba dispuesto a vivir en un desierto, y torpemente utilicé un tono pragmático y moderado intentando disuadirla de su intención de permanecer allí de manera indefinida, insinuándole que un día podía despertar y comprobar que solo había sido un sueño y que corría el riesgo de ser arrastrada por la corriente de la utopía, pero ella replicó preguntándome si yo también me dejaría arrastrar por esa corriente. No hacía falta contestar, me tiraría desde las torres Kio en parapente si me lo pidiera. Allí la conocí, en Tindouf, defendiendo causas perdidas.
En micromundos similares a peceras, pequeños seres juegan a ganar y a eludir servidumbres, el mejor bocado es para los más competitivos, dejando las migajas para los perdedores. A estos últimos les espera una triste existencia, pero es una ley natural y todo el mundo lo sabe, hasta en los documentales del National Geographic se indica claramente como funciona la madre naturaleza, al puro estilo "ley de la selva", todo diseñado para no romper la cadena alimentaria y el equilibrio ecológico, por supuesto. Darwin difundió sus teorías evolutivas corroborando la selección natural, y que decir de Nietzsche y su Zoroastro, abrazando el arquetipo del superhombre y acercándose a la idea de una especie pura y perfecta alejada de la chusma.
Pero entonces, ¿qué hacemos con los renglones torcidos de dios, con los viejos sin memoria, con los niños famélicos, con las mujeres amenazadas de muerte en su propia casa, con los marginados, los imperfectos, los apátridas o los perdedores? Sin políticas sociales amplias, cualquier régimen político nos lleva inevitablemente a la selva y al sálvese quien pueda. Cuando la oligarquía empiece a preocuparse por nuestra toma de conciencia, cuando hablemos con los dioses de tú a tú, cuando los príncipes sean los de abajo y cuando la utopía sea la realidad principal, la solidaridad estará ganando la batalla que libra contra el egoísmo.
Hola Steppen.
ResponderEliminar¿Y nosotros llamamos crisis a lo que tenemos ahora? Mira la foto que has puesto del Sahara, ellos si tienen crisis.
Me ha gustado mucho tu entrada se reflejan muchos sentimientos.
Precioso, me alegro de tu vuelta
Julia, siempre estamos de vuelta, de una manera u otra.
ResponderEliminarEllos están en una crisis profunda, pero tienen tanta dignidad y orgullo que consiguen que los niños no se percaten que están jugando sobre un campamento de refugiados.
Me alegra verte por aquí.
Lástima que esos buenos deseos, que son los de cualquier persona decente, solo sirvan para confortarnos a nosotros mismos: el capitalismo se basa precisamente en que unos pocos sean ricos a costa de muchos. Y los demás solo tenemos dos opciones: o nuestto nivel de vida es suficiente para mantener el estatus de consumidor o formamos parte de la masa de los sin nada.
ResponderEliminarRick, no me importaría mucho darte la razón, ni tampoco quitártela, pero yo voy a empujar a la realidad hacia mis sueños.
ResponderEliminarDefender causas perdidas, suele ser una forma de alcanzar la utopía, esa ilusión esquiva que de alguna manera, puede ser lo único que le da forma concreta a nuestra realidad.
ResponderEliminarSonia, creo que has dado una visión perfecta de estas "utopías", porque tiene huevos que intentar que no se abuse de los más vulnerables sea una utopía, pero hoy, lo es.
ResponderEliminarSaludos.
jo, con el día tan chungo que he tenido, no sé si soy el mejor receptor para este post, mejor me voy y vuelvo cuando se me ponga cuerpo de utopía, hoy lo veo todo negro.
ResponderEliminarpero estoy atento, sentado fuera de casa esperando a que pase la r-evolución.
un abrazo.
Senses, es posible que lo único que veas sentado sea miseria, eso sí, como dios manda.
ResponderEliminarBuenísimo el título.
ResponderEliminarLéete "Libertad" si no lo has hecho ya.
¿Y éste cambio de imagen?
Tomo nota, parece que el libro de Frazen ha causado impresión, vamos a ver.
EliminarNo he cambiado de look, realmente soy otra persona, virtual, claro.
Saludos.
Buena pregunta. ¿Que qué hacemos?
ResponderEliminarComo no sea tomarnos las pastillas sin receta. Las genéricas, vamos.
Y darle a la Mato a que se lea esta entrada. Ha de sentarle cojonuda, supongo.
Inmejorable post, como de costumbre.
Un abrazo
¿Tomarnos pastillas? espero que no estés proponiendo generalizar las fiestas rave. Bueno, pensandolo bien, la situación es para tomar pastillas y cosas peores.
ResponderEliminarUn abrazo.