Sentado junto a un contenedor de basura, con la mirada perdida en el
suelo y el frió de la desesperación metido en el cuerpo,
recapitulaba los últimos episodios que me habían llevado hasta allí. Hasta ayer llevaba una
vida ordenada y rutinaria, sin aventuras salvajes pero disfrutando
del día a día, de las pequeñas cosas, de lo cotidiano. Mi mundo y mi vida giraban alrededor de la tienda de moda en la que trabajaba.
Nosotros no vendíamos faldas, vestidos de noche o bragas de encaje, vendíamos ilusiones, drogas de tela, eramos los camellos de la vanidad de nuestros clientes. Ellos no compraban ropa, sino un billete hacia un mundo paralelo y fantástico. Cuando pagaban sus compras con la tarjeta visa
oro, sentían una euforia similar a la que produce la mejor coca de
Colombia. La serotonina corría rápida por
sus venas y sus pupilas se dilataban como el cazador que acaba de avistar a su presa. Imitan a los grandes actores y utilizan el método Stanivslasky, su ropa y su actitud modifican su personalidad, pero nunca saben quien es la persona y quien es el personaje.
Esta mañana, un furgón de transporte urgente descargó chaquetas de cuero, pantalones de campana y jerseys de punto grueso, un claro guiño a los setenta, además de
una maniquí envuelta en plástico con nombre y apellido: Stella 2442. La desembalé en la trastienda y
cuando la cogí por la cintura para vestirla, vi como movía sus ojos llenos de vida hacia mi. Su cuerpo
espectacular me dejo con la boca abierta, se me antojó la mujer más
bella que había visto, una obra de arte de plástico mágico.
Intente disimular mi reacción y seguí realizando otras tareas pero
durante toda la mañana no pude dejar de pensar en Stella ni un solo
instante. Estaba seguro que compartíamos alguna clave secreta, alguna seña de identidad que provocaba una atracción tan fuerte. Esa fantasía estaba empezando a preocuparme, me avergonzaba ese sentimiento antinatural, era como si ya me hubiera convertido en
un pervertido. No podía creer que esto me estuviera sucediendo a mí, ya me veía como un psicópata depravado, un enfermo sexual incurable que saldría en la sección de sucesos de los telediarios.
Hipnotizado por ella, apenas me dí cuenta de que uno de los operarios de la tienda me cogía de las piernas y me llevaba hasta un contenedor
de basura. No entendía nada, no podía mover ni un solo musculo de
mi cuerpo, era una parálisis total e ignoraba por qué me habían dejado allí, ¿qué estaba pasando? Como un resplandor, una revelación inquietante abrió mis ojos: yo solo era un maniquí, solo bastaba mirar mi cuerpo desnudo de plástico. Era un replicante sin tiempo que acababa de despertar. Había vivido dentro de un personaje, fabricando recuerdos, construyendo sentimientos, y ahora había dejado de ser útil, era el fin.
Mientras apuraba mis últimas horas recordando, observé otra realidad que no había visto antes, miles de maniquíes distribuidos por toda la avenida llenando tiendas, coches, pasos de cebra y edificios. Solo son la sombra de un sueño, puede que ninguno de ellos sepa que son maniquíes de carne. En medio de esta elucubración existencial, apareció una señora con su perro, me miró detenidamente hasta que me agarró del brazo y me llevó a su casa. Actualizando mi percepción de la situación llego a varias conclusiones: de momento no voy a acabar en el vertedero de basura y seguramente mi nuevo trabajo, por la manera en la que me mira la señora, será la de gigoló. Bueno, tampoco voy a quejarme de vicio, puede que sea un trabajo creativo y digno. Lo primero que voy a hacer es imponer mis condiciones para que no haya malos entendidos y por supuesto no voy a aceptar tarjetas de crédito, solo cash, no faltaría más.
De nuevo me quito el sombrero ante la literatura buena de tu blog. Para degustar pues tus fantasticas letras. A seguir
ResponderEliminarEnorme texto, enhorabuena porque es brillante, muy bien escrito y sobretodo desarrollado. Y sólo puedo decir maravillas de la canción que lo acompaña, es una de mis delicias favoritas.
ResponderEliminarUn abrazo!!!
Me ha recordado a una peli para quinceañeros de hace mil años en que él acaba convertido en maniquí para seguir la relación con una maniquí.
ResponderEliminarCarlos, fíjate bien en lo que escribes tú, porque para describir la música con esas palabras, hace falta mucho arte.
ResponderEliminarAtticus, conocí a Stereophonics viendo Crash, la canción sonó al final de la película. Si te quedas sentado hasta que baja el último crédito es porque algo te ha gustado mucho... o porque se te han dormido las piernas.
ResponderEliminarUn abrazo.
Socióloga, veías películas para quinceañeros de maniquíes? No esperaba esos gustos tan dudosos de ti. Lo habrás dicho en broma, no? Sí, lo has dicho en broma..... tú siempre igual, quedándote conmigo. Yo te veo más de David Lynch y cosas así.
ResponderEliminaryo empecé pensando en "El traje del emperador" y acabo como en un "Blade Runner" apocalíptico. he visto cosas que vosotros no creeríais... estábamos hablando de moda y otras frivolidades..., y de repente, zas, nos dejan en pelotas, mientras nosotros seguimos inmóviles y anestesiados. ...esperando que alguien nos recoja de la basura. aunque como gigoló, ya no me vea...
ResponderEliminarun abrazo.
Hola steppen, desde luego solo se te podia ocurrir a ti, es un relato visto con mucha imajinacion. Es buenisimo, y si yo te digo que vengas a mi casa que me cobrarias. Jeje
ResponderEliminarUn abrazo me ha gustado mucho
Me encantò el relato, muy creativo...soy de las que humanizan mucho las cosas creo que tienen un "alma" especial.
ResponderEliminarUn abrazo y gracias por tu visita.
Senses, es cierto, tiene mucho de Blade Runner, pero la última película en la que me inspiré fue en "abierta hasta el amanecer", pero como soy una persona prudente y recatada, decidí no desarrollar el final.
ResponderEliminarUn abrazo.
Julia, has tenido suerte, esta semana estoy de promoción, el primer servicio es gratuito. Ah, y no te creas eso de los maniquíes de plástico, soy de carne y hueso, autentico, de pata negra.
ResponderEliminarUn abrazo.
Adriana, yo también lo creo, cualquier cosa que pasa por nuestra mente tiene vida propia y un alma distinta para cada uno de nosotros.
ResponderEliminarUn abrazo.
Alguien, por el motivo que sea puede rescatarnos de la parálisis, es ahí donde se hace posible pensar en imponer condiciones, pactar los beneficios. Me encantó!!!!
ResponderEliminarSonia, siempre con los ojos abiertos. Es la única manera de preparar el siguiente paso con alguna garantía..... sin caernos.
ResponderEliminarUn abrazo.
A mí, el final me recuerda mucho al Joe Back de Cowboy de medianoche. Enhorabuena por el texto tan creativo y elaborado que has hecho.
ResponderEliminarUn saludo.
Emilio, sí que me recuerda a Joe Back, que hizo feliz a tanta gente (sobre todo a las mujeres). Un apunte muy acertado sobre el vaquero que cabalgaba por la noche.
ResponderEliminarUn saludo.
El amor a veces tiene cosas muy raras, pero al final es lo que es: un asco.
ResponderEliminar(mode irónico on, claro).
Un besín, tormentoso.
¿Tormentoso, adjetivo que proviene del sustantivo tormenta o del verbo atormentar? porque pueden parecer conceptos similares pero no lo son y la duda que crea esa dualidad puede interferir en el buen funcionamiento de una rutina programada. Bueno, que me alegra que estés por aquí otra vez.
ResponderEliminarUn abrazo.
No lo son. Combínalos en tu sistema binario a como te de lugar, o te venga mejor según el rato, o el grado de alcohol en sangre. Hala.
ResponderEliminarSiempre original, siempre creativo. Haga ud un Feliz Fin de Año y un inolvidable 2013
ResponderEliminarhttp://enfugayremolino.blogspot.com.es/
Laura, feliz año, aunque con un poco de retraso.
ResponderEliminarUn abrazo.