A veces nos sorprende, es caprichoso, absurdo, justiciero, y aunque luchemos con todas nuestras fuerzas, siempre acaba derrotándonos. Todo comienza como una comedia, poco a poco nos sumerge en el terreno del drama e inexorablemente acabamos en las garras de la tragedia. Estoy hablando del destino.
Pero
a veces el destino no sigue esa pauta. Nunca he contado lo
que me sucedió aquel día, pero siempre hay una primera
vez.................era una mañana fresca de marzo, las nubes
pintaban de gris el monótono paisaje de la autopista y el
zumbido del motor era la banda sonora de la película.
Durante
todo el viaje tuve la sensación de que las cosas sucedían de
una manera predeterminada, al margen de mi voluntad. En el aire
flotaba una tensa calma que se rompió cuando la rueda izquierda
delantera del Audi reventó, cruzando sin control la mediana. El coche impactó lateralmente contra una furgoneta
negra, volviendo a cruzar la mediana hasta ser embestido
violentamente por un trailer de gran tonelaje que circulaba en
mi sentido original. El golpe me saco de la carretera y comencé
a dar vueltas de campana. El coche aguantó bien el zarandeo de
las primeras vueltas hasta que el sonido desapareció, y en la
enésima vuelta de campana se apagaron las luces.
A
los pocos segundos, estaba en una de las múltiples
colas que había en un pabellón vetusto y metálico, como un
hangar de la segunda guerra mundial. Aturdido y confuso me preguntaba
donde coño estaría, ¿en un nuevo Mauthausen producto de la crisis? Tenía algunas heridas superficiales pero
ese lugar no era un hospital, y por más que lo intentaba, no
conseguía recordar nada después del accidente. Quise preguntar
a una anciana que estaba delante de mí, pero tenía clavado un
hacha en la cabeza y preferí no importunarla.
Alguien me llamó por mi nombre en la mesa de al lado, alcé la vista y vi a un funcionario de pelo blanco indicándome con la mano que me acercara. Se llamaba Rodrigo y parecía recién salido de la película Casablanca. Me acerqué y le pregunté donde me encontraba, confesándole mi fundado temor de haber perdido la memoria. Sin inmutarse, el funcionario me ordenó que me sentara, recitándome de memoria un texto estándar que habría repetido miles de veces en en el que decía de manera ambigua que me encontraba en una estación, en un proceso crucial que decidiría si mi destino final era el cielo o el infierno. Ante tal declaración, pensé y pregunté al mismo tiempo temiendo la respuesta:
Alguien me llamó por mi nombre en la mesa de al lado, alcé la vista y vi a un funcionario de pelo blanco indicándome con la mano que me acercara. Se llamaba Rodrigo y parecía recién salido de la película Casablanca. Me acerqué y le pregunté donde me encontraba, confesándole mi fundado temor de haber perdido la memoria. Sin inmutarse, el funcionario me ordenó que me sentara, recitándome de memoria un texto estándar que habría repetido miles de veces en en el que decía de manera ambigua que me encontraba en una estación, en un proceso crucial que decidiría si mi destino final era el cielo o el infierno. Ante tal declaración, pensé y pregunté al mismo tiempo temiendo la respuesta:
-
¿Estoy muerto?
-
Técnicamente sí, igual que yo, igual que todos los que estamos aquí. Está en la estación de
transición, también llamada purgatorio. Me llamo Rodrigo
Pisano - se presentó con un marcado acento porteño, los argentinos están en todas partes, pensé -
nuestra función es dirigir a cada difunto al lugar más
adecuado para su nueva vida, dependiendo de los pecados que
haya cometido, de sus merecimientos y de otro tipo de
parámetros. Realizaré cien acusaciones sobre presuntos pecados de
los que tenemos constancia y de los que usted debe defenderse. ¿Preparado? - me preguntó
mirándome por encima de las gafas.
-
¿Esto es un juicio? - le devolví la pregunta.
-
Si lo quiere llamar así, sí. En este caso, para usted es el
juicio final.
-
Ah.... claro, estoy listo, adelante – le conteste preparando
mentalmente la estrategia a la que debía jugar para ganarme el
cielo: negar y mentir.
El
funcionario comenzó a leer mi curriculum completo, incluyendo
hechos en los que me encontraba totalmente solo, luego era
cierto, dios estaba en todas partes y mira que me lo habían
dicho: "cree en dios, aunque solo sea por precaución".
-
Javier Romero, nacido en Madrid, …....... transbordo a la
estación transitoria desde la autopista AP-7 por accidente de
tráfico...........la primera acusación.........veo aquí que
defraudó a hacienda100.000 € en el ejercicio 2005, ¿qué tiene que decir sobre esto?
-
Es falso, el banco en el que trabajaba inflaba las cifras de
gastos pero nos pagaba menos y así conseguía pagar menos
impuestos. Me imagino que me va a creer a mí antes que a un
banquero, ¿no?
-
Le creo Javier, todavía recuerdo el corralito cuando estaba
vivo. Políticos y banqueros especulaban con nosotros a su
antojo. Los que tienen la plata son los dueños y permiten que soñemos con un
mundo democrático, pero no es una democracia real.
El
primer asalto lo había ganado, además había creado una
atmósfera de complicidad. La táctica funcionaba.
-
Señor Romero, según mis datos, la sinceridad nunca fue su
mejor virtud. ¿Es cierto?
-
Rodrigo, tendrá que convenir conmigo que decir la verdad es
duro e hiriente, incluso se podría calificar como forma
sádica de maltrato. Yo no soy un sádico, y si mis mentiras
piadosas son un pecado, que conste en acta que son producto de
mi amor por el prójimo – mentí descaradamente.
El
funcionario dio su veredicto positivo a mi defensa y ya
estábamos en la tercera acusación, la guerra.
- ¿Participo en la guerra de Irak de manera activa?
La pregunta me pilló a contrapie, frío, sin capacidad de reacción. Pagaría lo que fuera por un método científico que me devolviera al pasado y evitar la vergüenza de haber sido un mercenario. Si encontrara esa fórmula, rectificaría más de un error aunque suene extraño. Ahora nadie se arrepiente de nada, si eres un asesino en serie no te arrepientes porque te ha servido para aprender. Sí, seguramente anatomía.
Sabiendo
que no podía seguir esquivando preguntas, decidí atajar y
tocar la fibra sensible de Rodrigo, debía intentar que se
sintiera identificado conmigo, que recordara que yo era solo un
simple pecador, indefenso y desamparado, y como tal, una
victima que merecía la redención y la gloria.
-
Rodrigo, permítame que le diga que por su manera de hablar y
su mirada directa y certera, sé que usted es una persona que
conoce perfectamente a cada difunto que tiene
enfrente, ¿acierto?
-
Modestia aparte, cuando veo a alguien por primera
vez, sé si es una alma pura o es un pecador empedernido, y
siempre acierto.
-
Bien, pues hoy es viernes, ahórrese trabajo y certifique lo que
esta viendo, dígame si merezco el cielo o el
infierno. Sea cual sea su decisión la acataré sin rechistar y
me declararé inocente o culpable, lo que proceda.
-
Señor Romero, si me pide sinceridad, allá va: usted merece
ir al infierno, sobre todo por su desordenada vida sexual, pero
tengo que decirle que se defiende mejor que algunos abogados que
he conocido y si sigue con las preguntas, seguramente se salvará
del infierno, pero ..... ¿está seguro del destino que prefiere?
El
giro en el interrogatorio y el extraño comportamiento del
funcionario me abrió los ojos, era el momento más
importante de mi muerte y no podía fallar. Quise indagar sobre
mis dos posibles destinos y me animé a pedir información
reservada.
-
¿Que menús hay en el cielo, Rodrigo? ¿Hay conciertos
de rock? ¿Sexo, aunque sea casto?
-
Romero, en el cielo no hay sexo, ni
los ángeles ni los humanos que ingresan en el cielo tienen ningún tipo de
apéndice ni orificio de entrada, los deseos sexuales se subliman
con los cantos gregorianos. Allí no es necesario comer ni beber,
y todo el día se reza en infinitas columnas, como un gran
ejercito de seres perfectos que se arrodillan al paso de dios. La
población del cielo esta formada por las cúpulas del vaticano,
políticos, personajes ricos e influyentes, delincuentes de cuello
blanco, traficantes, y los millones de avispados que han
trabajado su llegada al cielo como un plan de pensiones.
-
¿Temperatura media del infierno? - le pregunté con la
intención de que se explayara.
-
Desde el año 1950 hay aire acondicionado, - sonrió - el
infierno es una estación parecida a la que vivíamos en la tierra, pero sin políticos ni
religiosos, sin maleantes, sin dinero y sin propiedades. Cada
uno trabaja en lo que realmente le gusta y las tareas menos
demandadas son realizadas por robots fabricados por la colonia
de japoneses residentes en el infierno. Todos los días hay
festivales de jazz, blues, bossa, cine y fiestas de todo tipo.
El sexo es uno de los productos principales de ocio, allí ya
saben que eso del amor de pareja es un camelo, que solo es un
proceso químico pasajero. Los productos autóctonos de la zona destacan por su
calidad, plantaciones de marihuana curativa y sobre
todo los destilados de malta que ya están siendo exportados a
la tierra, de estrangis por supuesto. Ah, de esto ni una sola
palabra - dijo el funcionario con el indice sobre la
boca.
-
Confieso que merezco ir al infierno , adelante, proceda
- la decisión ya la había tomado, solo rezaba para que el funcionario estuviera en lo cierto.
Rodrigo se
aclaró la voz y leyó de manera solemne un contrato que curiosamente ya tenia preparado, declarándome culpable
y condenándome a pasar el resto de mis días en el
infierno.
-
¿Alguna pregunta más antes de partir, Romero?
-
¿Voy a volar en primera o en clase turista?
-
Al infierno se va en metro - Sonrió y me estrechó
la mano. Sin duda fue el inicio de una gran amistad.
............... Sentado en una terraza acuática, puedo saborear el
extraño color verde de este mar situado al sur del
infierno. Jimi Hendrix toca la guitarra sobre un liviano
puente de madera y juraría que ha mejorado con el tiempo, como los
buenos vinos. Amy toma un whisky a palo seco, celebrando su primer aniversario. Ella tenía razón, no necesitaba la rehab, ahora es más valorada por todos. Una satánica compañía con bikini negro me quita la tablet justo antes de despedirme, y ........que le vamos a hacer, estoy a su entera disposición.
(Deja que me lo lea otra vez de un tirón, que me he quedado con las llamas ardiendo.)
ResponderEliminarPero ni se te ocurra transferirte a otra sala de espera: En los ínferos, la mar de bien. Con gachises para dar y tomar, sin metafísicos dando la vara y sin más materia orgánica que reciclar.
El Rodrigo es ese que lleva Rato aguardando a que le analicen el SESO o qué?
¡Ah!
Abrazos a brazos, Javier
Pilar, ¿Tú también conoces a Rodrigo Rato? Es mi nuevo agente de bolsa, me ha pedido 20 millones de euros y me ha dicho que no me preocupe de nada. Es de los mejores, dicen que puede hacer el milagro de los panes y los peces...... pero al revés. No se muy bien que quiere decir eso, pero será bueno.
ResponderEliminarQue vaya bien, maña.
El milagrico consiste en que mil panes quedan convertidos en un pez muy gordo, ¿ o era al revés, que cien mil peces se zamparon un pan? Ya me la ha liado el Rato.
ResponderEliminar¿Lo escuchaste hoy, perorando, pero dando?
Madre, qué raza, tu agente de bolsa.
Me encanta el Jimi Hendrix...
Excelente texto.
ResponderEliminarFelicitaciones por tu blog
Cariños.
infierno y sexo,se parecen Sr Romero?
ResponderEliminarMuy bueno, escuchar un poco de rock, sin sublimar. Hay que desmitificar todas las representaciones sociales.
Por ahí nos vemos. Abrazos
Pilar, decia Rato "Yo he robado por imperativo legal, soy totalmente inocente a pesar de haber sido mano derecha del pequeño dictador con bigotes".
ResponderEliminarRealista entrada.
ResponderEliminarSobre Rato....se metió él solito en esto y dudo de que salga por su propio pie....indecente.
Adriana, bienvenida. Te advierto que este blog tiene efectos secundarios: cefaleas, vértigos, desorientación temporal, pero siempre son menos importantes que los que produce la televisión.
ResponderEliminarUn abrazo.
Sonia, el sexo es el pecado con mayúsculas, el infierno su consecuencia. Suelen tener los mismos enemigos, los que utilizan frases como: "mujer pecadora", una connotación sexual tan clara que inequívocamente sabemos que se le acusa de infringir el sexto mandamiento. La hipocresía y sus tentáculos.
ResponderEliminarUn abrazo.
Socióloga, no lo puedo negar, yo pertenezco al sur..... del infierno.
ResponderEliminar¿Saliste ya del reino 'este reino no es de este mundo'?
ResponderEliminarLa marejada arrecia peleona.
Me da que que por lo menos en el infierno no hay ni que hacer cola, ni purgar faltas, señor Romero. Por lo que me lo alquilo p'a las vacaciones. Hasta que me rescaten del todo. He dicho
Hola Javier, es una entrada espectacular, mira que encontrarte con Rodrigo. Una conversación de lo más divertida, me lo he pasado muy bien me ha encantado .
ResponderEliminarY en cima encontrarte con lo mejor de la musica.
Un beso, eres un crack
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
ResponderEliminarPilar, vacaciones en el infierno. Corre la voz, con las comisiones que dan, nos vamos a hacer de oro. Hasta en el Vaticano se han interesado.
ResponderEliminarJulia, ¿una conversación muy divertida? Osea que desvelo el secreto mejor guardado de la historia, una comunicación infierno-tierra, y por lo que veo no has creído ni una sola palabra. Bueno, sé que es difícil de creer, pero hay gente que cree a los políticos una y otra vez después de ser engañados.
Estoy en la zona Z-435 de la ciudad de Belcebú, por si vienes de vacaciones.
Un abrazo.