11 de octubre de 2019

Maya



         Solo pesa doce kilos, pero flota ingrávida sobre las almohadillas de sus patas cuando camina junto a mí, balanceando lentamente su cuerpo en una elegante sincronía. Yo ejerzo de padre, de compañero de juegos, soy cómplice de sus travesuras y a veces soy su amigo.

Es suave y peluda, como Platero, y cuando me mira fijamente con esos ojos marrones bajo la protección de sus pestañas ocres, radiografía mi estado de ánimo sin ningún margen de error; con ella, me sobran mis caretas.

A pesar de ser mi hija adoptiva, no me pertenece ni me debe nada, todo lo contrario, estoy en deuda con ella. Si tuviera que pagar toda la dopamina que genera en mi cerebro al precio de copas en una terraza al atardecer frente a la playa, seguramente necesitara un préstamo del banco central europeo.

Suelo hablar con ella sin ningún recato, sin ir más lejos, el otro día debatíamos sobre como Bob Dylan se había abrazado al cristianismo al mismo tiempo que su amigo George Harrison lo hacía con el hinduismo. Y de política no quiero hablar con ella porque se enciende.

Cada uno utiliza su lenguaje y la comunicación fluye sin problemas, y aunque algunos piensen que se nos ha ido la cabeza, lo que a mí realmente me sorprende es que desconozcan, aunque sea desde una perspectiva externa, la estrecha conexión que se crea entre estos bichos y nosotros, que compartimos abuela por última vez hace un millón de años con los monos.

En fin, voy a bajar del árbol y le voy a dar a publicar.



9 comentarios:

  1. :) hay que ver lo que llegan a aportar a la vida de uno, eh?
    Eso, baja del árbol... que querrá jugar...
    Besos y guaus.

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    1. Jajajajaja, no te preocupes, ya se encarga ella de que no me despiste y juegue con ella. Un beso

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  2. Esa comunicación la lográis porque tienes un gran corazón. A ellos el suyo les viene de serie, porque no se pervierten con discursos culturales y sociales que a menudo tuercen nuestras buenas intenciones.
    Muy tierno tu texto. Los animales (Maya en tu caso, Lucas en el mío) perciben más nuestras emociones que nuestros mensajes, y ahí no hay modo de engañarlos.

    A mí me gusta imaginarte subido al árbol

    Besos

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    1. Yo Chita, tú Tarzán. Un beso para Lucas y un saludo para ti.....o al revés

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  3. Que te voy a decir yo de Maya ahí la ves, en el perfil.
    Es una más en la familia, ojalá todo el mundo viera los animales como los miro yo tendrían mucha suerte y Maya lo sabe.

    Un beso🐕

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    1. Tienes razón, llegan a formar parte de nuestra familia, vamos, son los reyes.

      Besos

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Steppenwolf