28 de octubre de 2011

Como un caballo salvaje






         Una rata negra se asomaba orgullosa a través de los escombros de un local comercial del emblemático barrio sevillano de las Tres Mil Viviendas. Puede que ese local en ruinas haya sido bombardeado por aviones americanos, quiz
á destruido a causa de un terremoto de 7,5 grados de la escala Richter, o simplemente víctima de la marginación. Raimundo le tiró una lata estrujada de cerveza desde el tercer piso del bloque, pero la rata la esquivó zigzagueando en un palmo de terreno, y antes de desaparecer, miró desafiante hacia el balcón desde donde él la observaba.

        El bloque de ocho plantas en el que vive Raimundo carece de los servicios básicos exigibles para una vivienda digna. Los motores del ascensor fueron desmontados y vendidos como chatarra, la electricidad llega a las viviendas mediante una telaraña de cables exteriores. El agua caliente es una utopía y las gallinas cohabitan con los moradores de estas chabolas verticales. Las reyertas son frecuentes en las tres mil, sobre todo si un clan incumple las leyes no escritas sobre la distribución de drogas, y si llega el momento de la guerra, los clanes están armados hasta los dientes, katanas, armas cortas, fusiles y hasta kalashnikovs han aparecido dentro de las viviendas-chabolas
 
        A pesar de sus dieciséis años, Raimundo es una pieza importante en el engranaje del clan al que pertenece, le lleva papelinas de farlopa, de basuco y de caballo a su tío, que controla la distribución en el Polígono Sur. No sabe leer ni escribir pero es listo para los negocios, dice su madre. Fuma porros desde los doce, los fines de semana se esnifa lonchas de coca y ahora quiere meterse un pico, ha probado los chinos pero sabe que no es lo mismo. Su padre le hab
ía amenazado con cortarle los huevos si le sorprendía metiéndose caballo y siempre le repetía la misma canción: “nosotros somos traficantes, no somos yonquis”, pero Raimundo difería de este planteamiento, consideraba que había que conocer la mercancía antes de cortarla y venderla. 
    
        El Nono, un gitano dos años mayor que él, ejerció de maestro de ceremonias para el primer pico. Resguardados en un recodo de la Avenida de la Paz, le dio una jeringuilla y el resto de artilugios a Raimundo que observaba e imitaba paso a paso el ritual del chute. El Nono se quitó su cinturón y lo rodeó a su brazo izquierdo sin apretar todavía, posó sobre el suelo una cuchara que recibió el contenido de la papelina de brown sugar, el mejor caballo que circulaba por Sevilla. Exprimió varias gotas de limón sobre la cazoleta de la cuchara hasta disolver totalmente su contenido. Sobre la mezcla marrón, colocó la boquilla de un cigarro que hizo de filtro, acercó la punta de la aguja hipodérmica, extrajo el émbolo lentamente hasta introducir toda la heroína en la jeringuilla. Apretó el cinturón con los dientes, abrió y cerró varias veces la mano para forzar la dilatación de las venas de su antebrazo hasta elegir la vena por donde entraría el pico. Ese momento de la espera siempre es especial, de extraña excitación. Cuando el Nono había tenido los primeros síntomas del mono, el mero hecho de pillar un gramo, le eximía de todos los dolores y de la ansiedad, podía pasar horas sin chutarse sabiendo que el jaco estaba en su poder. Poco a poco, el Nono fue empujando el émbolo de la jeringuilla,  introduciendo lentamente el azucar moreno en su torrente sanguíneo. Su cara mostraba todo el placer del mundo recorriendo cada partícula de su cuerpo, rociando de magia todas las neuronas, cada milímetro que oprimía el émbolo, más y más fuerte era el placer. En ese momento, nada en el mundo podía compararse a esa sensación de plenitud y felicidad, era un orgasmo multiplicado por mil. El corazón tomaba vida propia y galopaba libre, a gran velocidad, como un caballo salvaje.
   
        Cuando el Nono despertó, vio tumbado a Raimundo todavía con la jeringuilla hincada en el brazo. Instintivamente lo arrastró hasta la avenida para pedir ayuda, pero en la Avenida de la Paz no había nadie. Tambaleándose todavía, intentó reanimar a Raimundo, pero tenía los ojos abiertos y esa mirada inexpresiva que solo tienen los muertos. El Nono se sentó en el suelo con la mirada perdida sin saber muy bien que hacer. En ese momento pasó un autobús de turistas, seguramente perdidos después de ver la Giralda y el Parque de María Luisa, y como si de un safari se tratara, pararon el autobús y se dedicaron a hacer fotos a los dos gitanos.

                              

18 comentarios:

  1. Otro que se ha quedado en su primera cabalgada. Y, tratándose de un personaje marginal, no sé qué sería peor: si esto o vivir por el resto de su vida pendiente exclusivamente del caballo. Porque la mayor parte de los que no tienen otra cosa a la que agarrarse, hacen del caballo la única razón de su existencia. Un pico: la tregua entre un montón de horas buscándose la vida para conseguir otro. Penoso.
    Por cierto: hacía siglos que no veía esa portada. Cuánto tiempo...

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  2. Demasiada gente se ha ido con una chuta colgando de la vena. En mi generación y mi barrio fue una carnicería, más de la mitad de la pandilla con la que jugaba de pequeña se los llevó el jaco. Otros nos libramos simplemente por no probar, una circunstancia nada más. Demasiados efectos colaterales y gente que aún sobrevive chutándose desde hace 35 años, convertidos en sombras, pinchándose en la conjuntiva porque ya no tienen venas. Es increíble lo que el cuerpo es capaz de aguantar.

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  3. Pas, es cierto, es una esclavitud, como en el tabaco, la heroína, la cocaína, el alcohol y el resto. Sería conveniente un libro de instrucciones, un cursillo y seguramente después de esto no sería necesario consumirlas.
    Sigo pensando que somos juez y parte de todos los yonquis y los marginados, no deberiamos de ver el problema desde un prisma ajeno y exterior.
    La portada del Brain Salad Surgery era impactante, como toda la música que oíamos en la adolescencia.
    Saludos.

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  4. Pon, todos los yonquis que sobreviven después de tantos años de consumo, parecen zombis, realmente ya están muertos.
    Era fácil enganchanse con tan poca información. En la lista de amigos perdidos, una de las causas suele ser la droga.
    Un saludo.

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  5. Aquí estamos de un todo toíto: Yonquis de cualquier percal, ratas de iglesia y camineros andantes. No sé en qué categoría me inscribirá la posteridad.
    ¡Pobre Raimundo!

    (Gracias por tus comentarios en 'Séptima')

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  7. Cuando no te tengo
    me muero por ti.
    Y cuando te siento
    correr por mis venas
    me matas a minuto,
    despacio, despacio,
    me quitas la vida,
    me haces sufrir.
    ¿Qué es esto que siento?
    Un joven era yo cuando te conocí,
    mis "amigos" se reían de mí.
    ¡Qué cobarde eres!
    Pruébala y serás más hombre,
    vivirás un mundo mejor.
    Y yo, los creí.
    Pasando los das
    te fuiste adueñando
    de todo mi ser.
    Y hoy toda mi vida
    depende de ti.
    A cambio me das
    temblores constantes
    cuando estoy sin ti.
    No tengo dinero,
    destrozo a mi madre,
    ella que quiere
    lo mejor para mi.
    Mis ojos vidriados
    no pueden llorar,
    ¡Maldito sea el día
    que te conocí!
    Escúchenme jóvenes…
    sin drogas se puede vivir,
    pero con ella
    vuestro corazón
    no podrá latir.
    Que no llegue el día
    que queráis saber
    ¿qué siento con ella?
    ¿Me hace olvidar,
    me siento feliz,
    rindo hasta mejor?
    Mentira, mentira
    os lo digo yo,
    que siento en mi cuerpo
    un hierro caliente,
    siento la abstinencia,
    me siento morir.
    Ha destrozado mi vida,
    mi familia.
    No probad las drogas,
    si no queréis que os pase
    lo mismo que a mí.
    Que queriendo un día
    llegar a sentir
    nuevas sensaciones,
    ¿sabéis lo que siento?
    Me siento morir,
    y no tengo nada,
    pues ni soy más hombre
    ni más feliz.
    Y vivo en un mundo
    de drogas y vicios.
    Dejando atrás
    a mi pobre madre
    que hoy… llora por mí.

    Conchita Romero (Gaviota)

    Aqui tenemos un barrio de estos y es muy triste pasar por las calles de las milvi, da bastante miedo. Una noche tuve que pasar por hay por que no tuve mas remedio y el corazon se me salia el sitio.

    un saludo Steppen

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  8. Pilar, espero que la posteridad no escriba nada de mí, más que nada para que no me estudien en el colegio, los chavales ya tienen muchos deberes.



    Julia, el poema describe como el ratoncito muerde el trozo de queso y es atrapado por el cepo, ciertamente triste.
    Solo hablamos de heroína, cocaína y drogas de diseño, y sin embargo las drogas legales, incluidas las pastillas para los "nervios", son las que más matan.
    Las mil viviendas tienen su peligro, y a pesar de tener una comisaria en el barrio(la llaman Hill Street), si paso una noche andando por ahí, no se que me daría más miedo, si los unos o los otros.

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  9. "Dejà vue".
    Es lo mejor que le podía pasar a Raimundo.

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  10. Sociologa, quizá visto desde un punto de vista imparcial y aséptico sea lo mejor para Raimundo, pero a pesar de ser un personaje de ficción, me duele en parte su muerte. ¿Quién es responsable?

    Deja vu?

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  11. Si, en mi barrio (Carabanchel) aun los veo dando patadas a latas de cervezas vacias, desdentados, orinando muerte, mientras los niños juegan a perseguirse entre gritos y asco. Ya no quedan muchos,los 80-90 se los tragó. A veces me cruzo con un antiguo compañero de EGB. No se porque nunca le digo nada. Quizas porque creo que no me va a reconocer, quizás por en el fondo todos intentamos que los zombies no entren a formar parte de nuestra vida cotidiana

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  12. Por desgracia,las ciudades están llenas de Raimundos que mueren cada día; estoy segura de que se podría hacer más...

    Pedazo de portada!!!

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  13. en mi barrio se llevó a toda una generación, pueblos enteros fueron diezmados por la puta heroína.
    tenía una amiga que la aguja arruinó su vida, otro amigo que se la fuma lleva años cabalgando a caballo con dignidad...
    en los 80 era falta de información, hoy, no sé si es por debilidad, sensibilidad o la insoportable levedad del ser. he visto caer ángeles...
    nuestros juicios morales se los fuman...

    un abrazo.

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  14. Hay algo de actitud narcotizada en nuestras vida, si no me toca a mi, no es parte de mi mundo, me dolió tu entrada porque es muy real, acá en Chile, es muy fuerte y hacemos como que no lo vemos y nuestra actitud es aseptica. Un abrazo para ti,

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  15. Carlos, yo creo que siempre ha habido y habrá yonquis, antes eran los alcohólicos y los pobres, y ahora son los inmigrantes sin papeles, los sin techo, los fumadores y los parados.
    No saludamos a los conocidos marginados yonquis porque hay un halo de verguenza flotando por el ambiente que nos lo impide. Y por si nos pide dinero.

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  16. Merce, desde luego que se puede hacer más, desde fomentar el deporte y centros culturales en zonas deprimidas hasta incentivar y promover asociaciones para concienciar a esta población. que es difícil, todos lo sabemos.
    La portada del disco produce escalofrios, ¿no me digas que no?
    Saludos.

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  17. Seneses, en los ochenta, los yonquis no solo sufrieron todo lo que conlleva esta adicción, sino que el sida, como arma justiciera para homosexuales y drogadictos(como algún inquisidor dijo entonces), cayó sobre ellos sin piedad. Como le decía a Carlos, los yonquis continuan, pero ahora están camuflados y tiene otro disfraz.
    Un honor como siempre, recibirte en esta mi humilde morada.

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  18. Carmen, como siempre dando en la diana y utilizando las palabras exactas: si no me toca a mí, no es mi problema, y nos alejamos de ellos como contagiosos leprosos.
    Si, todo el proceso del post es muy real.

    Un abrazo.

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Steppenwolf