La
ultima vez que estuve en en Barcelona con motivo de la Fira, me alojé
en un hotel cercano para no tener que utilizar el coche. Después de
cenar con los colegas de profesión y tomar algunas copas, me dirigí
al hotel entre las estrechas y oscuras calles del centro de
Barcelona. Voluntariamente desorientado, absorbí el aire de las
calles y me mezclé con el enjambre multicolor de las Ramblas. Cuando
estaba a punto de llegar, vi como se acercaba corriendo un individuo
con gorra y una porra en la mano. Sin presentaciones previas y
levantando un tubo metálico, me dijo con los ojos
desorbitados:
- Dame
la cartera y el reloj o te doy un palo que te dejo tieso. Rápido!
- Joder,
que susto, por un momento creí que era un mosso de escuadra – le
dije aliviado.
- Oiga,
me insulta con esa insinuación, yo no voy pegando palizas por ahí,
soy un delincuente honrado que se gana el pan con el sudor de su
frente – contestó airado.
- No
era mi intención ofenderle, señor......delincuente, pero ya sabe que
hoy en día nadie puede estar seguro por la calle. Bueno, estará muy
ocupado y no quiero hacerle perder más tiempo, aquí tiene la cartera y el reloj, y por cierto, tengo que confesarle que nunca me
habían atracado tan profesionalmente – Este último halago le hizo
bajar la guardia.
- Aguánteme
el palo que me voy a probar el reloj – me dijo el atracador
guardándose
mi cartera en el bolsillo trasero de su pantalón
mientras miraba fascinado el Lotus. En ese momento vi la oportunidad
para recuperar mis pertenencias, me lo puso a huevo.
- Lo
siento señor delincuente, devuélvame lo que me ha robado o le abro
la cabeza - le hablé con firmeza mientras levantaba amenazante el tubo de hierro.
Me
miró aturdido durante unos segundos sin entender muy bien el cambio
de papeles, hasta que oímos un ¡alto!, eran dos mossos de escuadra
que se acercaban. El delincuente me quito el tubo de hierro, lo tiro
entre dos coches y me dijo que me fuera por la calle de la izquierda
que él se iría por la derecha. Me deseo suerte y me dijo que si
necesitaba algo que fuera al barrio del Raval y preguntara por él, pero no no pude entender su nombre porque su voz se iba distorsionando por el efecto Doppler a la misma velocidad que se alejaba mi cartera y mi reloj. Salimos corriendo a ritmo de cien metros libres a pesar de que los mossos no corrían, decidieron no dividirse y nos dejaron escapar. Cuando vi que no me seguían, mi cerebro empezó a funcionar y me pregunté por qué corría, y esa pregunta fue dura. No había hecho absolutamente nada, solo era la víctima de un atraco, y además, estaba sin dinero ni documentación. Corría y corría sin notar el menor cansancio, quizá porque la adrenalina había salido de sus depósitos y no quería perderse lo mejor de la película.
Me dirigí al Raval por la Avenida del Paralelo y durante
mi carrera aparecieron por mi mente preguntas extrañas que no
esperaban respuesta, quizá solo buscaban desfilar en el teatro de la consciencia a lomos de unas cuantas miles de neuronas: ¿De quien huimos? ¿Quienes son
nuestros enemigos? ¿Por qué desde hace unos años me duelen las
rodillas? Incluso aparecieron intercalados ese tipo de pensamientos vacíos y
edulcorados que acaban subiéndose en la canción de un
anuncio de patatas fritas.
Las rodillas te duelen porque ya vas teniendo una edad.
ResponderEliminarSocio, será el riego
ResponderEliminarDentro de poco sera así nos robaremos unos a otros como esto siga así, y si, tendremos miedo de los que supuesta mente nos tienen que ayudar. Si a mi me pasa eso yo ni hablo le doy hasta lo que no me pida.
ResponderEliminarOye me encanta la canción voy a bajarme unas cuantas canciones para coche pero ya ;)bs
El señor delincuente, además de profesional, era muy listo. Más que la víctima, parece.
ResponderEliminarSiempre he pensado que nosotros mismos somos nuestro peor enemigo.
Un abrazo
Julia, no entiendo por qué algunos sectores son intocables. Si unos policías se pasan y cometen un delito, deben ser juzgados como cualquier ciudadano y no ser protegidos a toda costa. No conviene tener a la policía en contra, pensarán muchos.
ResponderEliminarJJ cale es especial, a mí también me gusta.
Un beso
Alís, los delincuentes siempre son mas inteligentes que sus víctimas y por eso controlan el mundo.
ResponderEliminarUn abrazo
las fronteras entre víctimas y delincuentes están dluyéndose.
ResponderEliminarlos buenos y los malos solo están claros ya en las pels de John Wayne.
un abrazo.
Genial!! ,,,El miedo es así, terminás viendo enemigos en todas partes y también, para sobrevivir hay que invertir los papeles, qué pena que sólo nos asalten ladrones honrados, capaces de acercarse y decirnos en la cara que nos están robando..y los otros??.... Saludos amigo
ResponderEliminarAh! los ladrones honrados, una especie en extinción, si señora. Los banqueros y los políticos los han abocado a la banca rota. Sobre todo por una deducción lógica, hay que tener miedo a las situaciones en que la policía se excede y no pasa absolutamente nada, eso es un indicador de que vamos hacia atrás.....y hacia la derecha.
ResponderEliminarSaludos amiga
Me encanta la música que le has puesto a este post. Y la escucho con placer mientras imagino al autor corriendo por la callejuelas del Raval con miedo a ver una de esas gorras con franja roja de los Mossos d'Esquadra, tan desmadrados ellos y que en la intimidad patean y insultan en castellano como cualquier quinqui de tebeo castizo.
ResponderEliminarLas rodillas dicen que nos duelen a los que nos resistimos a doblegarnos. Mejor eso, que la artrosis.
Un irónico relato que nos cuenta que esto es una olla de grillos y ya nadie sabe de quien tener miedo de verdad.
Un beso,
Los mosso igual que otros cuerpos de seguridad deberían tener un filtro de sádicos, gente que le gusta pegar. Estos tendrían que estar en el bando de los delincuentes, pero a veces se cuelan y se presentan como policías.
EliminarUn abrazo.