La urbanización de Amelia consta de tres bloques de diez plantas cada uno. Hay dos cámaras de vigilancia por bloque y ocho para zonas comunes, y las catorce cámaras las puede ver en su televisor como el resto de canales de televisión. Si realizáramos un sondeo sobre el share de estos canales en la comunidad de propietarios, seguramente estaría en segundo lugar, muy cerca de los reality shows de Telecinco.
Amelia pasa la mayor parte de su tiempo intentando conocer la vida y desventuras de los demás, y ahora está
esperando que llegue Jon, su nuevo vecino, para averiguar algo más sobre él.
La última vez vino acompañado por una pelandusca que parecía estar
borracha. ¡La que armaron! Y lo peor, todavía no sabe de donde saca el dinero, porque apenas sale de casa y se pasa todo el día pegado al ordenador.

Jon llegó a su casa después de desayunar, sacó las llaves, y a pesar de que a veces no advierte ni el estruendo de una bomba, oyó un sonido casi imperceptible que ya había etiquetado anteriormente, era la mirilla de la vecina de enfrente, de Amelia. Antes de cerrar la puerta, levantó la mano enseñando sus dedos indice y meñique a modo de saludo heavy y sacando la lengua hasta la campanilla le regaló la mueca más horrorosa que pudo. La mirilla se cerró súbitamente.
Jon Noriega es un
detective privado, pero no vigila a la gente ataviado en una
gabardina y con gafas de sol, él es un hacker y espía por
Internet. Es un trabajo arduo y rutinario, y para desengrasar y como hobby, entra en todos los ordenadores que quiere, para
fisgonear, para hacer travesuras y enterarse de como funcionan las
vidas de los demás, de hecho, tiene en el escritorio de su ordenador un archivo con el que puede visualizar la cámara web de su vecina Belén.
Hackear las cámaras web es uno de los trabajos espías más sencillos que uno puede imaginar. Con unos conocimientos básicos de informática y un mínimo contacto con el ordenador de la víctima, lanzamos un troyano mediante un email, el Flux o el Nuclear Rat por ejemplo, y ya podemos ver y grabar durante las veinticuatro horas del día la cámara en cuestión. Jon lleva más de tres largos meses espiando a Peter Green y está a punto de provocar un terremoto político de consecuencias imprevisibles.
Hackear las cámaras web es uno de los trabajos espías más sencillos que uno puede imaginar. Con unos conocimientos básicos de informática y un mínimo contacto con el ordenador de la víctima, lanzamos un troyano mediante un email, el Flux o el Nuclear Rat por ejemplo, y ya podemos ver y grabar durante las veinticuatro horas del día la cámara en cuestión. Jon lleva más de tres largos meses espiando a Peter Green y está a punto de provocar un terremoto político de consecuencias imprevisibles.
Peter Green es el embajador estadounidense en España. Está casado, tiene dos hijos
adolescentes y fama de ser ultra religioso, homófobo y
políticamente reaccionario. Green en realidad es un espía, como casi todos los embajadores. Ha conseguido información
sensible sobre políticos y banqueros españoles que ya ha mandado a
Washington para facilitar la presión y ayudar a los intereses americanos en España, pero Jon le ha seguido la pista y en unas semanas el chantaje del embajador será publicado en los periódicos más importantes del mundo. Por cierto, Green tenía escondida una revista de Barazoku en una carpeta del ordenador, y es que le pasa a todos los
diestros, su moral nunca es acompañada por sus instintos sexuales.

Algunos piensan que esos puntos brillantes que a veces recorren el cielo pueden ser ovnis o aviones militares, pero no, son satélites espías. En condiciones óptimas podemos verlos a simple vista, son los nuevos satélites NGEO (Next Generatión Electro Optical). Leerán nuestros labios, detectarán nuestra presencia en nuestra propia casa con sus cámaras térmicas y rebañarán hasta la última gota de nuestra intimidad. A partir de ahora sería conveniente salir de casa pulcros y presentables por si estamos siendo grabados, y si es posible, vamos a evitar rascarnos la bragueta. Que nadie piense que esto va a ser otro Gran Hermano, será el nacimiento del nuevo dios, el omnipresente, el que todo lo ve.
Polaris - Zero 7