21 de julio de 2011

Taxista Nocturno

            
     
        Mientras preparaba las oposiciones, trabajé en el taxi de mi suegro de diez a dos de la madrugada. Ganaba lo suficiente para pagar el alquiler y los gastos fijos del piso. Fue un año intenso, con fases en las que estuve cerca de la desmoralización, estudiando como un animal, rodeado por todo el té del mundo y algunas pastillas de la vigilia. Conducir el taxi me sirvió para desengrasar de tantos apuntes, para romper la rutina y conocer a la gente más variopinta de la ciudad. Yo diría que en alguna ocasión he tenido que ejercer de confesor y hasta de cómplice.

        La conversación más recurrente con los clientes para romper el hielo solía ser la del tiempo, "este año el calor ha empezado antes", "si pones un huevo en el suelo se fríe". El tiempo siempre ha sido un clásico para empezar a hablar, aunque algunos no soltaban ni una sola palabra en todo el trayecto. Los mudos formaban un alto porcentaje dentro de mis clientes, esos que no seguían el hilo de mi primer acercamiento verbal. Miradas aleatorias persiguiendo sombras a través de la ventana, actitudes nerviosas realizando movimientos circulares con los pulgares, respiraciones profundas y suspiros significativos, incluso a más de una se le ha escapado un sollozo entrecortado. El silencio es sagrado y hay que respetarlo.


        Los perfumes en el taxi son sensaciones que todavía recuerdo bien y que se han convertido en fetiches desde entonces. No quiero usurpar el personaje principal del libro de Süskind, pero podía adivinar la edad, estado civil e incluso el caracter por el tipo de perfume. Cuanto más joven era la mujer, su perfume era mas fuerte, más penetrante. Las mujeres de mediana edad demostraban su clase con perfumes suaves rescatados de algún paraíso, tan sugerentes que podían dejarte en blanco durante unos segundos. Las maduras, volvían a los perfumes fuertes y otra vez tenía que abrir discretamente la ventanilla.
Por el contrario, algunos de los clientes pecaban de una falta de higiene mortal, nunca mejor dicho. Del asiento trasero se desprendían olores a requesón podrido, a piorrea en estado terminal, a bocadillos de salami derretidos por el sol, a sudor de tres días almacenado en axilas peludas, a chocho de vieja y a semen derramado en calzones tricolores que una vez fueron blancos. No me quedaba más remedio que echar mano de mi mejor amigo en estos casos, el ambientador de pino en spray.

         La oscuridad se cerraba sobre la ciudad  y en la zona de playas y clubs, la noche resplandecía con insinuaciones de neón. Las mujeres de la noche eran mis mejores clientes, todas ellas sin excepción tenían algo interesante que rescatar, su sentido del humor, su profundidad llana, abrumadora, sus filosofía mundana, su terrible soledad y sus dramas familiares donde siempre aparecía la figura del chulo que se les había cruzado en el camino. Ellas son victimas de enfermedades llamadas mafias, explotación,  machismo e hipocresía, mucha hipocresía.
 
        Un cliente de aspecto maduro y tranquilo que frecuentaba los clubs nocturnos, me explicaba su actitud hacia ellas mientras lo llevaba a un club:

       - Sé que su trabajo es duro e ingrato, pero yo nunca las trato como esclavas sexuales, más bien como viejas amigas, aunque sé que desde cualquier punto de vista yo soy un cliente más, pero ya ves, mi conciencia está tranquila.

        - Es difícil saber si los que solicitan los servicios de las prostitutas son realmente otro eslabón de la cadena que las esclaviza - le insinué.

        - ¿Estás casado? - me preguntó.

        - Si  - le contesté lacónico, evitando entrar en temas personales.

        - Si no lo estuvieras y tu forma de vida no fuera compatible con una relación estable, quizás las visitarías de vez en cuando, pero te entiendo, eres joven, pareces feliz, puede que vivas una fase romántica. Mira, tengo sesenta años, felizmente separado, estoy de vuelta de todo y me río de la palabra amor. He conocido a prostitutas inteligentes, cariñosas, con personalidad y con más cultura que cualquiera de las momias del congreso de los diputados, y por supuesto mucho más atractivas. Si puedes tener a mujeres inteligentes, bellas y no tienes que cargar con su lado oscuro, qué más puedes pedir, ¿no es una bendición de dios? 

         Le sonreí como respuesta a su pregunta y paré el taxi en el club Sirena Azul de Santa Pola. La carrera eran 410 pesetas, me dio quinientas pesetas y cuando me iba se acercó a la ventanilla y me dijo en voz baja:

            - ¿Si puedes comprar la leche, porqué vas a comprar la vaca? 

        Se alejó riendo y saludando con la mano a modo de despedida hasta que entró en el tugurio. Como si estuviera hipnotizado, me quedé mirando la puerta del club mientras en mi mente seguían flotando sus palabras sobre los productos lácteos.


15 comentarios:

  1. No he podido quitarme de la cabeza las imágenes de Taxi Driver, mientras leía este texto :)
    Curioso lo de los olores... yo nunca uso perfume, no me gusta oler como más gente, pero le doy mucho significado y mucha ceremonia al olor de los demás.
    Un abrazo

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  2. Un nuevo e inquietante Jean Baptiste, original y bien elaborado el relato. Huele perfecto!. Saludos

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  3. Taxi driver te descoloca porque no intuyes hasta donde puede llegar. Robert de Niro siempre te sorprende. Los olores.... siempre tengo algún frasco de esencia de perfume en mi oficina, como el que toma té o se fuma un cigarro, aunque cada cuerpo tiene su olor personal, también es una buena elección.
    Saludos.

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  4. Claudia, un taxista es un extraño que se mete en tu vida, aunque tú te metas en su taxi.
    Un saludo.

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  5. Siempre he pensado en hacer una entrada sobre los taxistas...pero está muy trillado y Almodóvar me gano la mano en cuanto al más frikkie.
    En cambio, al revés...había una peli de cuatro historias de taxistas de distintas ciudades muy buena...cuando me acuerde del título vuelvo.
    Los aromas, que gran verdad...yo usaba CHANEl 5 con dieciseis y ahora esencia de azahar sin más.

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  6. Socióloga, cuando tú cuentas algo nunca está trillado, estará trillado lo de los demás. Lo tuyo siempre es nuevo.
    Cuanta gente he conocido que usaba colonia el tigre.
    Saludos.

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  7. Hablando de olores...

    Toda una filosofía la que se esconde en esa vaca... :-)

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  8. no parece un taxista al uso.
    lo peor es que te toque un taxista que te hable de los clubs y lo bien que trata a las chicas..., la economía y el gobierno, el fútbol o los extranjeros... pa'echarse a temblar.
    todos deberían tener como máxima "el silencio es sagrado y hay que respetarlo".
    ¡qué buena, buenísima es Taxi Driver!

    un abrazo.

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  9. Hubo épocas mejores en las que solía coger taxis; me pasaba al revés que a tí, a veces el olor del taxi, ya fuera el ambientador del pino verde, un spray dulzón o los tapizados sintéticos recalentados y sucios de los asientos me ponían mala. Lo que más me repugnaba era el olor a puro rechupado de algunos taxistas, una peste infame que no se cortaban un pelo en soltarte todo el trayecto, hablo de otras épocas, como dije.

    Otras veces la radio del taxi ya bastaba para que me doliera la cabeza, cope mediante, o del olmo, o salsa a todo meter.


    Yo soy de las que van calladas, me gusta mirar por la ventanilla. Aunque no dejo al taxista esperando contestación, ni más faltaba. Pero no doy bola, a ser posible.

    El de las vacas, mejor me callo o me van a excomulgar(igual era la forma).

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  10. A mí lo de los perfumes me parece importante, porque más que reflejar la persona que eres intentan reflejar la persona que quieres ser. Un saludo.

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  11. Merce, esa es la filosofía del carnicero y del lechero, pero quien se plantea esa disyuntiva todavía no sabe que la clave en una relación es dar, no recojer los frutos.
    Saludos.

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  12. Senses, despues de ocho horas al volante, seguro que el tedío te haría hablar hasta con un alien.


    Pon, Saludos.

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  13. Emilio, espero que no te hayan oído los perfumistas parisinos. Intentar rebajar el perfume a la categoria de artificio para embaucar, puede ser motivo más que suficiente como para sufrir una cruzada perfumista.
    También podriamos decir que la lenceria se fabrica para el mismo fin, pero da igual, que nos embauquen todo lo que quieran.
    Un saludo.

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  14. jaja me cagué de risa con el final, despues iba a comentar y leí el comment de @Pon "solía coger taxis", sabes que soy de argentina así que dejemoslo así XD
    saludos ☺

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  15. Nonl: pisar, coger, la concha, palabras blancas o verdes según la zona donde se utilicen. Seguramente el que coge un taxi en Argentina debe estar muy deseperado.

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Steppenwolf