Navega, sola, y adéntrate en un mar adormecido. La tierra desaparece lentamente a estribor y la proa apunta hacia un horizonte mixto de cielo ámbar y agua de cristal.
Solo se oyen algunos quejidos de los remos y de la rancia madera de la barca, mientras el agua te lleva hacia ninguna parte, serena, como un anfitrión que te da todo su tiempo sin ningún atisbo de cicatería. Tu respiración resuena entre la banda sonora del silencio, las gaviotas te lanzan miradas cómplices y ni siquiera las tímidas ondas azules se niegan a formar parte del concierto marino, el mismo que reinó durante millones de años después de la gran tempestad.
Solo puedes vivir el ahora, porque
no hay nada más. El pasado ya no existe y el futuro amenaza con llenarse de
infinitos mundos virtuales. Si, las posibilidades de habitar en un mundo real serán
casi nulas, así pues, navega y respira el aire salado celebrando el reencuentro
y la despedida de la realidad. Allí, en ese mar, te espero.