El vértigo que sientes cuando el coche patina levemente sobre una placa de hielo y rezas oraciones blasfemas para que no se desplace hacia ningún lado, lo he sentido cuando he leído el anteproyecto de la ley para la protección de la seguridad ciudadana que amenaza con fuertes multas a quien se manifieste pacíficamente sin permiso y otras cosas como esta: “Las manifestaciones efectuadas a través de cualquier medio de difusión cuya finalidad sean las injurias o calumnias a las instituciones públicas, autoridades, agentes de la autoridad o empleados públicos, cuando no constituyan delito..."(infracción grave: hasta 600.000€, leve: hasta 1.000 €).
Este regreso a las cavernas tiene un tufillo casposo que recuerda a otros tiempos, porque en pleno siglo XXI es como mínimo anacrónico que nos puedan sancionar por manifestar nuestra opinión "en cualquier medio", esto incluye a periodistas, redes sociales, blogueros y cualquier bicho viviente que hiera la
sensibilidad de las autoridades. Si esta escalada de derechización salvaje continua en progresión, no me sorprendería nada que en breve nos presenten un
anteproyecto de ley donde se ampare la tortura, eso sí, siempre por nuestro bien y con eufemismos como: "reeducación mental y física de los detenidos", o quizá vuelva la censura a su máximo esplendor sobrevolando nuestras
cabezas, con sus alas negras y su pico afilado, dispuesta a aterrizar a
las primeras de cambio, amenazando con azotar a cualquier perroflauta radical que se atreva a mirar a los ojos de las autoridades y a pensar por sí mismo.

A pesar de ser un agnóstico tirando a ateo, rezo todas las noches y cuento las bolitas del rosario como si de un bingo religioso se tratara para que la ley definitiva de seguridad ciudadana no sea de carácter retroactivo, porque si es así, más de uno tendrá que ir borrando contenidos "inapropiados" que ha vertido en la red, como yo mismo. Para que voy a negarlo, antes me divertían las apariciones de los políticos, era como ver un trailer de una película de los hermanos Marx, con ese humor tan absurdo y surrealista, pero ahora tengo pesadillas provocadas seguramente por el dichoso borrador de la ley de seguridad ciudadana. Sueño que el sistema político se cae a pedazos, que los seguratas nos detienen a su criterio, que el gobierno compra camiones cisterna antidisturbios, como en tiempos del blanco y negro. En mis pesadillas aparece, como no, el ministro Montoro amenazando con desvelar las vergüenzas financieras de los medios de comunicación no afines a su credo. Y también aparecen en mis sueños peticiones surrealistas, como que para tocar música en las calles de Madrid, la Botella exige un casting. Pero cuando despierto y compruebo que las pesadillas permanecen en la realidad ordinaria, siempre me acuerdo de mi amiga Paca, Paca Garse.