6 de enero de 2014

Un agujero en Navidad




      
      La Navidad siempre me ha parecido, como mínimo, una época arriesgada. Un periodo irreflexivo que nos transforma en actores secundarios dentro de la parodia religiosa de la familia unida, entre gambas, polvorones y un montón de alcohol. Durante estos días de botellón familiar, intentamos ser amables y generosos con los que están a nuestro alrededor, como si esta representación nos diera derecho a actuar de una manera menos comprensiva durante el resto del año. De manera progresiva, la fauna se va transformando y te puedes encontrar en plena cena con Martínez el facha, con Santa Teresa de Calcuta, o con el cultureta gafapastas que intenta venderte una película de Ingmar Bergman contra el aburrimiento.   
                                                                                                
       Debido a la inercia, esa noche me encaramé en el techo y observé desde un plano astral la cena de Jesucristo y los doce apóstoles; la maría no era nada del otro mundo pero perdí el hilo de lo que decía mi interlocutor sobre marejadas, anticiclones, marejadillas y una presentadora de Telecinco. Yo acompañaba sus conjeturas con leves movimientos rítmicos de cabeza, aunque no me importaban ni un capullo sus delirios climáticos, y mientras se incorporaban algunos tertulianos en tan interesante cháchara, pensaba en la teoría de la idealización de los desconocidos, esas personas a las que otorgamos el beneficio de la duda hasta que intuimos que sus esquemas mentales y sus mecanismos automáticos pertenecen a la misma especie de homínidos, seres extraños e imperfectos rodeados de problemas insolubles que están a medio camino entre el mono y el ser humano liberado, y como en una ley no escrita de igualdad universal, antes de terminar la tesis de maduración descubrimos que todos chapoteamos en la misma balsa.   

       Después de descorchar la enésima botella de cava, comencé a oír cosas como que "la realidad es una alucinación producida por la falta de alcohol", o que "la vida es una barca, como dijo Calderón de la mierda". Era evidente que el alcohol solapaba las ideas, y entre tanto desvarío que amenazaba con crecer indefinidamente, volví a deambular por realidades distintas montado en una voz en off que pedía con fuerza la aparición de un agujero negro que limpiara el escenario. En ese momento alguien dijo que en el estado de Colorado habían legalizado la marihuana para uso recreativo y empezó a cundir el pánico entre el personal más ebrio y ortodoxo. Discretamente me levanté de la mesa buscando la navidad y coincidí con ella en la cocina, quedándome accidentalmente encallado entre el frigorífico y sus pantalones vaqueros.



12 comentarios:

  1. "La vida es una barca como dice..." jaja. Magnífica frase.
    Empalaga tantos buenos deseos. Pero ya pasó. Ahora a sacarnos la piel.
    Un abrazo.

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    1. No hagas caso de lo que se dice por ahí, a mí me gusta la navidad un mogollón, por el discurso del rey.
      Abrazos.

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  2. Una descripción muy realista de lo que pueden ser las Navidades, apariencias y realidad al fondo, como son, a veces, las relaciones familiares. Pero bueno, ya pasaron y volveremos al crudo invierno hasta el año que viene. Winter is coming!!!

    Por cierto, me encanta Black Hole Sun, con su Barbie en la barbacoa!

    Un abrazo

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    1. Vídeo corrosivo donde los haya, este de los Soundgarden.
      Feliz año, un abrazo.

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  3. Es muy triste que sólo en Navidad tengamos que ser buenos, le damos dinero a los mendigos las donaciones que se hacen como si la gente sólo comiera en Navidades y las familias intentando llevarse bien en las cenas o comidas que luego se toman dos o tres copas de más y ya lo han fastidiao y todo por la navidad cuanta hipocresía .
    Bueno tu no lo pasabas tan mal crees que la navidad lleva pantalón vaquero, bueno ya pasó ya podemos ser malos otra vez
    :-):-)

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    1. Ya podemos ser malos otra vez? Bueno, lo de los pantalones vaqueros........la cosa acabó muy mal y no te lo voy a contar ahora porque en este momento me están curando las heridas. Como decía Benedetti: "defendamos la alegría de la obligación de estar alegres".
      Feliz año

      Defender la alegría como una trinchera
      defenderla del escándalo y la rutina
      de la miseria y los miserables
      de las ausencias transitorias
      y las definitivas

      defender la alegría como un principio
      defenderla del pasmo y las pesadillas
      de los neutrales y de los neutrones
      de las dulces infamias
      y los graves diagnósticos

      defender la alegría como una bandera
      defenderla del rayo y la melancolía
      de los ingenuos y de los canallas
      de la retórica y los paros cardiacos
      de las endemias y las academias

      defender la alegría como un destino
      defenderla del fuego y de los bomberos
      de los suicidas y los homicidas
      de las vacaciones y del agobio
      de la obligación de estar alegres

      defender la alegría como una certeza
      defenderla del óxido y la roña
      de la famosa pátina del tiempo
      del relente y del oportunismo
      de los proxenetas de la risa

      defender la alegría como un derecho
      defenderla de dios y del invierno
      de las mayúsculas y de la muerte
      de los apellidos y las lástimas
      del azar
      y también de la alegría.

      Mario Benedetti - Defensa de la alegría

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  4. lo mejor de las Navidades es que han pasado.
    Yo me he ido a Colorado.
    Sobreviviremos a este 2014, fijo.

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    1. En Colorado, donde te habrás puesto morado.....bueno, espero que no aparezcamos a final de año en ninguna lista y demás. Yo me he comprado un chaleco antibalas, por si acaso, y me está muy bien.
      Feliz año.

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  5. Me gusta tu delirio navideño, mucho más de lo que me gusta la Navidad. Afortunadamente, como dice senses, han pasado.

    Un abrazo

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    1. Auguro que en pocos años la Navidad se celebrará en el Corte Inglés.

      Un abrazo

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  6. Alucinando huecos en el techo, me parece una gran forma de perforar la burbuja cultural. Un abrazo

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Steppenwolf