10 de julio de 2013

Sin rumbo


         Sin apenas darme cuenta y arrastrado por la inercia, convertí mis 
principios fundamentales en certezas absolutas y en dogmas inamovibles, pero al escudriñar detenidamente esas certezas desde otras perspectivas, he acabado encallando en una zona rocosa entre la duda y la confusión. Ahora contemplo aturdido como se han erosionado todos los pilares que mantenían hasta ahora mi frágil mundo artificial. Este sentimiento circular me ha situado en el punto de partida, una vez más. 

        Sin opciones ni alternativas, he apostado por dar el control de la situación a mi departamento de dudas para que se encargue de interrogar a los representantes de la ortodoxia y de los conceptos lógicos e irrefutables. Nada es como parece ser. Dudo de místicos y ateos, de la existencia del alma y de sus señorías los asesinos de sueños; desconfío de los bondadosos por omisión, de los pecadores por afición y también de mis siete máscaras.

        Mis recuerdos tampoco se salvan del banco de pruebas de la duda. Pulsé el play y apareció aquella pareja de recién casados desayunando en la terraza del hotel de Playa Sant Pol, muy temprano, cerca del mar y disfrutando de la sensación de libertad que les daba el todavía tímido sol asomando por esa enorme ventana azul por la que, entre nubes caprichosas, se colaba el universo. Entre sorbos de café, la charla se mezclaba en una proporción perfecta con el traqueteo de las piedras torneadas por el mar y arrastradas al ritmo que imponían las olas.

        Me sentí exultante subido en aquel recuerdo, como el que descubre una nueva estrella semioculta entre la nebulosa. ¿Sería fruto de mi imaginación? Retomé el hilo y los recordé riendo como niños hasta caer al suelo jugando a provocar la risa del otro, mirándose fijamente y empleando el viejo truco de bizquear los ojos.

        Hay  mucha gente que es feliz sin saberlo, acaso lo intuyen, pero la felicidad de alta intensidad pasa tan rápidamente que solo son conscientes cuando ven esa felicidad plasmada en el recuerdo. Si la sabiduría fuera una de mis virtudes, miraría la vida con los ojos de un niño, con la única expectativa de navegar sobre las veinticuatro horas que me presta el día.

6 comentarios:

  1. Socio, ¿lo dices por la canción? Es una canción difícil para descifrar el sentido que le ha querido dar Dolo Beltrán, pero creo que está hablando de ella y de sus adicciones.

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  2. Yo me pido ese paisaje para quedarme sin rumbo en mis vacaciones y que me pongan esa canción, que ahí me quedo.

    Un abrazo

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  3. "Pero la felicidad de alta intensidad pasa tan rápida que solo son conscientes cuando la ven plasmada en el recuerdo."

    Qué gran frase.

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  4. Julia, pídetelo. Los acantilados de la Costa Brava enganchan, y hay senderos para ver todo el paisaje de arriba a abajo, pero no pienses que cobro una comisión por turista, solo por viajero.

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Steppenwolf