11 de abril de 2013

Desengrasando


 El daño que están provocando los recortes en educación son incalculables. Los efectos negativos llegan con carácter retroactivo, solo hay que ver la misiva que ha escrito el presidente de mi comunidad de propietarios, el señor Comino, notario y abogado del estado, en la que se puede apreciar el ocaso de su sintaxis. Hecho de menos su habitual verbo cultivado, su agudeza mental para desmenuzar en unos pocos segundos los sentimientos que anidan en las regiones más profundas del alma. Y ahora, al cruzarnos en la escalera, solo me regala frases como esta: “me leio el marca y dise que muriño se va pa la inguelaterra”.

Parece ser que este virus de las tinieblas culturales es contagioso. Vecino tras vecino van cayendo en las garras de la enfermedad, caracterizada por un deterioro intelectual y una agresividad superlativa. Y nosotros, los que todavía no hemos sido contagiados, esperamos con miedo el terrible momento del contagio. Aunque ahora que lo pienso..... estoy viendo un partido de fútbol cada día.... me han crecido los colmillos y las uñas.... me ha salido pelo por la zona de los pómulos, y los gruñidos que emito cuando estoy conduciendo son muy preocupantes. Hes posivle que el birus de los tigeretasos cunturales se este cevando conmiguo, enseguro que estoi contajiao.

 Junto al vacío cultural, la crispación también amenaza con extenderse a toda la población, de hecho, la situación se está desmadrando tanto que un solo ejemplo personal servirá para visualizar el panorama actual:

Estaba en mi casa tranquilamente fabricando un misil atómico de largo alcance, y al advertir la ausencia de detonadores en mi radio de acción, me adentré en el territorio de mi vecino para pedirle algunos detonadores chinos. Me los dio a cambio de una granada de mano, y mientras me enseñaba orgulloso sus cinco misiles tierra-aire que ya había construido, me dijo: “si tienen huevos los americanos, que vengan ahora presumiendo de su arsenal de rifles y pistolas domésticas”.  Las diferencias entre los ciudadanos ya no se solucionan mediante el diálogo o en los juzgados, sino que se dirimen mediante lanzamientos de misiles atómicos; algo dramático, pero efectivo.
Cuando salí de casa de mi vecino, la luz se desvaneció, oí una voz misteriosa, y como le sucedió a San Pablo, de la oscuridad emergió una luz cegadora que me habló de esta manera: “No te tomes la vida muy en serio, recuerda que después de la tormenta viene la calma”. Me quedé perplejo al oírlo y pensé que lógicamente sería la voz de Dios. Ante un momento tan especial, quise aprovechar la oportunidad y me atreví a hacerle una pregunta que tenía guardada durante años:  “Dios, ¿si todo lo que hay en el universo lo has creado tú, porque has creado el cannabis? Lo habrás hecho por algo, ¿no?” 
Pero no era dios, era el electricista de la comunidad. Hizo un curso de Hare Krishna por correspondencia, y ante el apagón, me alumbraba con una linterna e intentaba orientarme espiritualmente. Le hice caso, y desde entonces todas las tormentas me las tomo con calma, como él me dijo, y por supuesto, he dejado de fabricar misiles. Eso si, he comprado una motosierra por si vienen los del banco. 

    Ya que estamos casi huérfanos de cultura, de dinero, de derechos básicos y sin apenas protección social, no es conveniente ahondar más en la herida, es hora de darnos una tregua, de desengrasar y de reír, aunque no tengamos muchos motivos. Primero, de nosotros mismos (por lo menos no serán los políticos y los banqueros los únicos), porque algunos pasajes de nuestra vida podrían formar parte de una serie de humor. Y después, nos podemos reír de todo lo que nos pase por...... la imaginación, porque de momento nadie ha privatizado la risa ni la libertad de expresión. De momento.  

  

Steppenwolf