30 de enero de 2012

El influjo de la luna

        La música del pub había dejado paso al sonido que desprendía el partido de fútbol. La cerveza y el whisky eran el hilo conductor de todos los que estábamos allí, entre trago y trago, todos miraban nerviosos e hipnotizados la pantalla plana de 50 pulgadas como a un nuevo dios, y no era para menos, un  Barcelona-Madrid paraliza a medio planeta, eso dicen. Los comentaristas aceleraban sus palabras cantando el partido a ritmo de ranchera, prolongando la  última silaba indefinidamente hasta que desaparecía en el espacio convertida en ondas hertzianas. En el pub casi todos se conocen, no había tensión entre las dos aficiones, más bien diría que había cierta complicidad no exenta de comentarios irónicos que se lanzaban uno y otro bando entre risas descontroladas. Al finalizar el primer tiempo perdíamos 2-0 y me di cuenta que como aprendiz de hooligan no tenía futuro. Lentamente fui preparando mi retirada.


         - Damián, el fútbol es un juego extraño, no me convence. Sería más lógico que estos veinte tíos corrieran detrás de una gogó sin ropa, como el galgo corre tras la liebre mecánica  -  bromeaba con él y los dos  argentinos que nos acompañaban mientras me despedía.

        -  No abandones, tienes que venir al campo y ver un estadio repleto de hinchas enloquecidos, vituperando al arbitro con una selección de insultos tan vasta y variopinta que se podría escribir una enciclopedia. Cuando sales de los vomitorios, lo primero que choca contra tus ojos es un gran tapiz verde, inmenso, exhalando un profundo olor a hierba recién cortada que se mezcla con el olor a puro de domingo; el humo de esas hojas selectas de tabaco forma mil figuras que se retuercen en el aire resistiéndose a ser absorbidas por el cielo, mientras el balón realiza trayectorias imposibles hasta que penetra, se introduce, se mete en la portería en un éxtasis colectivo, es el gol. Quédate, tu equipo puede ganar o perder, pero nunca caminarás solo - me dijo Damián, irónico.

        - ¿Eso es el fútbol?, tú me has contado otro espectáculo, no puede ser el mismo deporte; si fuera así, yo estaría todos los domingos en las gradas. Me voy a casa, no me encuentro con ánimo para ver la segunda parte - me despedí y le deseé suerte al Madrid, como si me importara algo.


          Al salir del pub, el frío de enero me recibió de manera hostil congelando los extremos de mis orejas, solo escuchaba mis pisadas sobre un pavimento gris y mientras caminaba, intuía una mirada inquietante sobre mi cabeza; era una luna grande y rojiza que iluminaba el cielo como un enorme balón de fútbol. Durante unos segundos me detuve, la miré fijamente y observé sombras en movimiento que formaban la cara de una mujer. Los chamanes de Sonora creen que en la luna quedan grabados todos los acontecimientos que han sucedido desde el comienzo de la vida en la Tierra, y si eres víctima del influjo de la luna por una fuerte exposición a ella, aunque solo sea durante unos segundos, puedes retroceder en el tiempo sin posibilidad de volver al presente. Al bajar la cabeza, noté un ligero mareo que me hizo detenerme nuevamente; no había duda, era el efecto de la luna. Sonó el móvil y apareció un nombre parpadeando en la pantalla....... Dulcinea. Raudo y veloz, monté en mi Rocinante turbo y me apresuré al encuentro de la señora del Toboso, sorteando temibles gigantes de hormigón y arriesgando mi vida por los peligrosos desfiladeros de la M-50, hasta llegar al  Molino Rojo.
                                                 
                               

12 comentarios:

  1. cómo te va a interesar el furbol con las películas que eres capaz sólo mirando a la luna.
    quién dijo que el fútbol era el opio del pueblo...
    otro temazo musical que nos regalas.

    un abrazo.

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  2. Senses, yo me conformaría con que el fútbol fuera la María del pueblo, ya estaría bien.
    Lo que no entiendo es ese radicalismo, es solo un juego de niños. Peleas, suicidios, disturbios, y lo más incomprensible de todo es la presencia de los grupos ultraderechistas neonazis que con el pretexto de animar al equipo, anidan en los fondos de los estadios en connivencia con algunos presidentes que por acción u omisión, permiten que campen a sus anchas los cabezas huecas.
    Bueno, nos quedamos con el Molino Rojo que siempre nos dará mejores espectáculos.

    Saludos.

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  3. Socióloga, yo realmente nunca me fui al pasado, siempre he estado aquí, desde el Big Bang, pero si tuviera que convertirme en un personaje de Cervantes, me correspondería el de Rocinante. No puedo leer más.

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  4. Parece mucho más interesante esa llamada de Dulcinea bajo la luna que los berridos de la tribu subyugada ante el conjuro de un Madrid-Barça, no hay duda: buena elección.

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  5. Oye ya me contaras que tomaste ese día jajajaj, por que te lo has pasado de fábula con tanto divagar.
    Seguro que te fuiste por que perdía tu equipo.

    Ha estado muy bien.

    Besos Steppen

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  6. oye, tu post ha sido casi visionario.
    el fútbol como opio del pueblo, o como excusa para otra guerras: ideológicas, religiosas, nacionalistas...
    Shhhit!

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  7. No se puede estar en misa y repicando: O los molinos, o el quijote, o la tontaina redondota, mi querida luna.
    Y encima, viendo pelis, con el frío que nos cae.
    Abrazos

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  8. Pas, lo de Dulcinea es más interesante que el fútbol, mucho más. Si ya lo dijo Tutankamón, donde estén las corridas que se quite el fútbol.

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  9. Julia, te puedo jurar que la droga que tome era de primera calidad y no contenía transgénicos.

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  10. Senses, lo pensé después de responder a tu comentario, fue una macabra casualidad, pero sabemos que lo de Egipto no tiene nada que ver con el fútbol.

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  11. Pilar, el don de la ubicuidad es algo que solo tenemos: dios, yo y los anuncios de Coca-Cola.

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Steppenwolf