21 de diciembre de 2012

Adictos a la música

            
        Todas las adicciones tienen un denominador común: la búsqueda de la felicidad. La música es una adicción atípica, el enganche no es progresivo, no viene primero una dosis de pop, otro día unas rulas de rock, el fin de semana un gramo de jazz, barra libre de blues y ya eres adicto….....no. El adicto a la música no sabe que lo va a ser, es atacado a traición. De vez en cuando oye música que circula suelta por aquí o por allá, de manera aleatoria, pero cuando la música inocula su veneno en la víctima, este es poseído de tal manera que nunca vuelve a ser el mismo. Hay distintos niveles de adicción, desde los que sienten un cosquilleo constante que les hacen buscar sin descanso sonidos nuevos que los transporten a mundos mágicos, hasta aquellos que investigan como Sherlock Holmes el origen y el autor de esos veinte segundos escasos de una canción que han oído en la cafetería o en la radio, y digo más, hay testimonios que indican que algunos superadictos a la música, poco antes de abandonar este mundo, han pedido que se les permita seguir oyendo hasta el final esos sonidos mezclados con silencios.

        Creo que tenía doce años cuando descubrí en el salón de mi casa un equipo de música reluciente de varias piezas y un montón de discos extraños que parecían haber venido de otro planeta. Eran de Zappa, Patti Smith, Lou Reed, Jethro Tull y Janis Joplin, material suficiente para convertir un convento de monjas en una comuna hippy y a una rata de biblioteca en un cowboy de media noche. Mi hermano me dijo que no los tocara, que se podían rayar. Desoyendo esa sabía advertencia, coloqué el Horses de Patti Smith sobre el plato y la aguja aterrizo a trompicones, como un caza sobre su portaaviones, provocando que una extraña canción, Gloria, reptara poco a poco como un felino buscando a su presa, hasta que empezó a despegar. Ella no cantaba, arrastraba y escupía las frases, con una voz que pasaba de una fase aguda a otras graves en cuestión de segundos, y cuando entraron en acción las dos guitarras sobre el bajo y la batería que llevaban la canción al ritmo de una locomotora, mis pulsaciones subieron tanto que podía notar el paso de la sangre por mis venas. Así me hice adicto a la música.

         Este hecho aparentemente simple cambió el resto de mi vida. Desde entonces, la música ha sido un salvoconducto, un lenguaje secreto para comunicarme con los adictos. Eramos como una secta, podíamos pasar horas enteras hablando de música en las terrazas de los bares de copas de la playa, entre el ruido de las olas, siempre un poco desorientados y huyendo de las primeras luces azules que aparecían por el cielo. Si yo fuera un emperador con poder ilimitado, ordenaría que la música sonara en las iglesias, en los funerales, en los mercados y en los campos. Los solos de guitarras enloquecidas recorrerían de punta a punta las calles, los pianos solitarios recibirían con notas serenas los primeros rayos de sol al amanecer, baterías y elementos de percusión lanzarían misiles de ritmo sobre toda la ciudad, y el sonido cristalino de los violines flotaría sobre los parques. Bueno, vale, nos conformaremos con el Spotify.

         Damián y su hija son dos ilustres adictos a la música y a pesar de pertenecer a diferentes generaciones, él, de 47 años, y ella, de 20, coinciden al cincuenta por ciento en sus gustos, pero el resto del espectro no lo comparten. Hace un par de semanas, en el pub Irlandés, me pidieron que me decantara por uno de los dos, por la música de los setenta o la del siglo veintiuno. ¿Quién en su sano juicio puede atreverse a discriminar entre varios tipos de música? Nuestra percepción siempre es subjetiva y no admite listas ni etiquetas. Si daba mi veredicto, uno de los dos me odiaría de por vida, así que intente desmarcarme y ocupar una zona neutra. Escribí en una servilleta mis diez falsos mejores grupos, inspirándome en el punk español y en google. Durante varias semanas, ninguno de los dos me habló ni una sola palabra. Esta era la lista:
  
   10 - Maria y sus Cogollos
   09 - Blanca tocha y los siete Gramitos           
   08 - Tetallica
   07 – From Lost to the River
   06 – Porros Folares
   05 – El oso Yonki
   04 – La venganza de Mimosin
   03 – Porcus Cristi
   02 – Frank Sikiatra
   01 – Don Simon y Garrafunkel

27 de noviembre de 2012

Androides urbanos



        Sentado junto a un contenedor de basura, con la mirada perdida en el suelo y el frió de la desesperación metido en el cuerpo, recapitulaba los últimos episodios que me habían llevado hasta allí.  Hasta ayer llevaba una vida ordenada y rutinaria, sin aventuras salvajes pero disfrutando del día a día, de las pequeñas cosas, de lo cotidiano. Mi mundo y mi vida giraban alrededor de la tienda de moda en la que trabajaba. 

       Nosotros no vendíamos faldas, vestidos de noche o bragas de encaje, vendíamos ilusiones, drogas de tela, eramos los camellos de la vanidad de nuestros clientes. Ellos no compraban ropa, sino un billete hacia un mundo paralelo y fantástico. Cuando pagaban sus compras con la tarjeta visa oro, sentían una euforia similar a la que produce la mejor coca de Colombia. La serotonina corría rápida por sus venas y sus pupilas se dilataban como el cazador que acaba de avistar a su presa. Imitan a los grandes actores y utilizan el método Stanivslasky, su ropa y su actitud modifican su personalidad, pero nunca saben quien es la persona y quien es el personaje.

       Esta mañana, un furgón de transporte urgente descargó chaquetas de cuero, pantalones de campana y jerseys de punto grueso, un claro guiño a los setenta, además de una maniquí envuelta en plástico con nombre y apellido: Stella 2442. La desembalé en la trastienda y cuando la cogí por la cintura para vestirla, vi como movía sus ojos llenos de vida hacia mi. Su cuerpo espectacular me dejo con la boca abierta, se me antojó la mujer más bella que había visto, una obra de arte de plástico mágico. Intente disimular mi reacción y seguí realizando otras tareas pero durante toda la mañana no pude dejar de pensar en Stella ni un solo instante. Estaba seguro que compartíamos alguna clave secreta, alguna seña de identidad que provocaba una atracción tan fuerte. Esa fantasía estaba empezando a preocuparme, me avergonzaba ese sentimiento antinatural, era como si ya me hubiera convertido en un pervertido. No podía creer que esto me estuviera sucediendo a mí, ya me veía como un psicópata depravado, un enfermo sexual incurable que saldría en la sección de sucesos de los telediarios.

       Hipnotizado por ella, apenas me dí cuenta de que uno de los operarios de la tienda me cogía de las piernas y me llevaba hasta un contenedor de basura. No entendía nada, no podía mover ni un solo musculo de mi cuerpo, era una parálisis total e ignoraba por qué me habían dejado allí, ¿qué estaba pasando?  Como un resplandor, una revelación inquietante abrió mis ojos:  yo solo era un maniquí, solo bastaba mirar mi cuerpo desnudo de plástico. Era un replicante sin tiempo que acababa de despertar. Había vivido dentro de un personaje, fabricando recuerdos, construyendo sentimientos, y ahora había dejado de ser útil, era el fin. 

        Mientras apuraba mis últimas horas recordando, observé otra realidad que no había visto antes, miles de maniquíes distribuidos por toda la avenida llenando tiendas, coches, pasos de cebra y edificios. Solo son la sombra de un sueño, puede que ninguno de ellos sepa que son maniquíes de carne. En medio de esta elucubración existencial, apareció una señora con su perro, me miró detenidamente hasta que me agarró del brazo y me llevó a su casa. Actualizando mi percepción de la situación llego a varias conclusiones:  de momento no voy a acabar en el vertedero de basura y seguramente mi nuevo trabajo, por la manera en la que me mira la señora, será la de gigoló. Bueno, tampoco voy a quejarme de vicio, puede que sea un trabajo creativo y digno. Lo primero que voy a hacer es imponer mis condiciones para que no haya malos entendidos y  por supuesto no voy a aceptar tarjetas de crédito, solo cash, no faltaría más. 



13 de septiembre de 2012

Domingo triste




        La mañana se ha despertado muy fría para un mes de septiembre, como si el verano hubiera perdido el norte. La leche humeante dialoga de manera rutinaria con el aceite que recorre la tostada y mi gato también reclama su desayuno con la mirada, sin dejar traslucir ningún sentimiento, aceptando las cosas tal como son. Intuyo que él sabe más de lo que creo y seguramente los dos pretendemos saber menos de lo que realmente sabemos, quizá porque a veces nos hace daño y simplemente dejamos que ciertas cosas se nos olviden lentamente. Él parece que lo ha conseguido, pero yo todavía no.


        Mis pensamientos juegan al ajedrez con la luz que se desliza por el gres de la cocina y alumbra un copo de cereales que cae desde la mesa. Inconscientemente comienzo a contar las milésimas de segundo que tarda su vuelo hasta que choca sin remedio contra el suelo, pero yo sigo la jugada esperando un desenlace excepcional, una señal que me guíe, que me indique el camino, pero solo veo a mi gato comiéndose el cereal sin ningún remordimiento.

        Un halo narcótico rodea a estos domingos lluviosos, con sus mañanas oscuras y grises que se comportan como notas de música confinadas bajo las teclas de un piano, esperando que alguien las libere. Vuelvo a la cama buscando sueños mágicos, pero los rugidos de la tormenta me lo impide. Las gotas de agua que se agarran al cristal de la ventana me piden una ayuda que yo no puedo prestarles, no puedo impedir que se pierdan por los desagües. Después de haber volado orgullosas entre la tierra y el cielo, convertidas en nubes blancas como el algodón y también en oscuras y amenazantes como el Réquiem de Mozart, acabar en las cloacas es un triste final. 

        Como un náufrago, intento enviar mensajes codificados en botellas de palabras, pero hoy no se me ocurre nada. 

25 de agosto de 2012

Buscadores de oro


        A los inmigrantes y parados se les acusa veladamente de parásitos sociales. El negro, el amarillo o el moreno, no son los colores preferidos en los hospitales, y el ocioso de larga duración debe justificar que tiene a alguien a su cargo y que nadie en su familia tiene ingresos, no sea que con los 400€ se vaya a Miami con Julio y con Ricky Martin. Es un palo descarado a los más jóvenes.

        Dinero para los bancos y recortes para la plebe. Que nadie se extrañe, siempre ha sido así, de hecho, la clase dirigente siempre ha manejado  un conciso y claro decálogo que explica como sacarle el dinero a la gente de a pie, antes era el diezmo y ahora es el veintezmo. Y digo yo ¿no hay otras alternativas para pagar la deuda? Por ejemplo: nacionalizar los cepillos en las iglesias, vender obras de arte, yo tengo un reloj de bolsillo de valor incalculable. ¿Qué pasó con el proyecto de la plantación masiva de marihuana en un pueblo de Cataluña? Esa sería una manera de colocar a los casi seis millones de parados trabajando en los campos de la alegría. Si yo fuera presidente.......

        Una maldición certera impacta de lleno en nuestros bolsillos cada viernes, pero seguimos andando con una sonrisa forzada, ocultando el miedo que sentimos ante ese tsunami llamado crisis. La vida es muy diferente en la galería azul, por el día se apropian de los bienes ajenos, por la noche rezan sus plegarias, y por la mañana, en la rave misa de doce, se hace balance; a dios rogando y con el mazo dando. Pero no tiramos la toalla, siempre hay alguien por quien luchar, algo que nos reconcilia con nuestra raza y nos convierte en buscadores de oro.


                                                                              
                              

23 de julio de 2012

Crónicas desde el infierno



              A veces nos sorprende, es caprichoso, absurdo, justiciero, y aunque luchemos con todas nuestras fuerzas, siempre acaba derrotándonos. Todo comienza como una comedia, poco a poco nos sumerge en el terreno del drama e inexorablemente acabamos en las garras de la tragedia. Estoy hablando del destino.


              Pero a veces el destino no sigue esa pauta. Nunca he contado lo que me sucedió aquel día, pero siempre hay una primera vez.................era una mañana fresca de marzo, las nubes pintaban de gris el monótono paisaje de la autopista y el zumbido del motor era la banda sonora de la película. 

               Durante todo el viaje tuve la sensación de que las cosas sucedían de una manera predeterminada, al margen de mi voluntad. En el aire flotaba una tensa calma que se rompió cuando la rueda izquierda delantera del Audi reventó, cruzando sin control la mediana. El coche impactó lateralmente contra una furgoneta negra, volviendo a cruzar la mediana hasta ser embestido violentamente por un trailer de gran tonelaje que circulaba en mi sentido original. El golpe me saco de la carretera y comencé a dar vueltas de campana. El coche aguantó bien el zarandeo de las primeras vueltas hasta que el sonido desapareció, y en la enésima vuelta de campana se apagaron las luces.

                A los pocos segundos, estaba en una de las múltiples colas que había en un pabellón vetusto y metálico, como un hangar de la segunda guerra mundial. Aturdido y confuso me preguntaba donde coño estaría, ¿en un nuevo Mauthausen producto de la crisis? Tenía algunas heridas superficiales pero ese lugar no era un hospital, y por más que lo intentaba, no conseguía recordar nada después del accidente. Quise preguntar a una anciana que estaba delante de mí, pero tenía clavado un hacha en la cabeza y preferí no importunarla. 
      Alguien me llamó por mi nombre en la mesa de al lado, alcé la vista y vi a un funcionario de pelo blanco indicándome con la mano que me acercara. Se llamaba Rodrigo y parecía recién salido de la película Casablanca. Me acerqué y le pregunté donde me encontraba, confesándole mi fundado temor de haber perdido la memoria. Sin inmutarse, el funcionario  me ordenó que me sentara, recitándome de memoria un texto estándar que habría repetido miles de veces en en el que decía de manera ambigua que me encontraba en una estación, en un proceso crucial que decidiría si mi destino final era el cielo o el infierno. Ante tal declaración, pensé y pregunté al mismo tiempo temiendo la respuesta:

        - ¿Estoy muerto? 

        - Técnicamente sí, igual que yo, igual que todos los que estamos aquí. Está en la estación de transición, también llamada purgatorio. Me llamo Rodrigo Pisano  - se presentó con un marcado acento porteño, los argentinos están en todas partes, pensé  - nuestra función es dirigir a cada difunto al lugar más adecuado para su nueva vida, dependiendo de los pecados que haya cometido, de sus merecimientos y de otro tipo de parámetros. Realizaré cien acusaciones sobre presuntos pecados de los que tenemos constancia y de los que usted debe defenderse. ¿Preparado? - me preguntó mirándome por encima de las gafas.

        - ¿Esto es un juicio? - le devolví la pregunta.

        - Si lo quiere llamar así, sí. En este caso, para usted es el juicio final.

        - Ah.... claro, estoy listo, adelante – le conteste preparando mentalmente la estrategia a la que debía jugar para ganarme el cielo: negar y mentir.

        El funcionario comenzó a leer mi curriculum completo, incluyendo hechos en los que me encontraba totalmente solo, luego era cierto, dios estaba en todas partes y mira que me lo habían dicho: "cree en dios, aunque solo sea por precaución".

        - Javier Romero, nacido en Madrid, …....... transbordo a la estación transitoria desde la autopista AP-7 por accidente de tráfico...........la primera acusación.........veo aquí que defraudó a hacienda100.000 € en el ejercicio 2005, ¿qué tiene que decir sobre esto?

          - Es falso, el banco en el que trabajaba inflaba las cifras de gastos pero nos pagaba menos y así conseguía pagar menos impuestos. Me imagino que me va a creer a mí antes que a un banquero, ¿no? 

          - Le creo Javier, todavía recuerdo el corralito cuando estaba vivo. Políticos y banqueros especulaban con nosotros a su antojo. Los que tienen la plata son los dueños y permiten que soñemos con un mundo democrático, pero no es una democracia real.

          El primer asalto lo había ganado, además había creado una atmósfera de complicidad. La táctica funcionaba.

          - Señor Romero, según mis datos, la sinceridad nunca fue su mejor virtud. ¿Es cierto?

          - Rodrigo, tendrá que convenir conmigo que decir la verdad es duro e hiriente, incluso se podría calificar como forma sádica de maltrato. Yo no soy un sádico, y si mis mentiras piadosas son un pecado, que conste en acta que son producto de mi amor por el prójimo – mentí descaradamente.

          El funcionario dio su veredicto positivo a mi defensa y ya estábamos en la tercera acusación, la guerra.

              
        - ¿Participo en la guerra de Irak de manera activa?

          La pregunta me pilló a contrapie, frío, sin capacidad de reacción. Pagaría lo que fuera por un método científico que me devolviera al pasado y evitar la vergüenza de haber sido un mercenario. Si encontrara esa fórmula, rectificaría más de un error aunque suene extraño. Ahora nadie se arrepiente de nada, si eres un asesino en serie no te arrepientes porque te ha servido para aprender. Sí, seguramente anatomía.

                Sabiendo que no podía seguir esquivando preguntas, decidí atajar y tocar la fibra sensible de Rodrigo, debía intentar que se sintiera identificado conmigo, que recordara que yo era solo un simple pecador, indefenso y desamparado, y como tal, una victima que merecía la redención y la gloria.

        - Rodrigo, permítame que le diga que por su manera de hablar y su mirada directa y certera, sé que usted es una persona que conoce perfectamente a cada difunto que tiene enfrente, ¿acierto?

        - Modestia aparte, cuando veo a alguien por primera vez, sé si es una alma pura o es un pecador empedernido, y siempre acierto.

        - Bien, pues hoy es viernes, ahórrese trabajo y certifique lo que esta viendo, dígame si merezco el cielo o el infierno. Sea cual sea su decisión la acataré sin rechistar y me declararé inocente o culpable, lo que proceda.


          - Señor Romero, si me pide sinceridad, allá va: usted merece ir al infierno, sobre todo por su desordenada vida sexual, pero tengo que decirle que se defiende mejor que algunos abogados que he conocido y si sigue con las preguntas, seguramente se salvará del infierno, pero ..... ¿está seguro del destino que prefiere?

                   El giro en el interrogatorio y el extraño comportamiento del funcionario me abrió los ojos, era el momento más importante de mi muerte y no podía fallar. Quise indagar sobre mis dos posibles destinos y me animé a pedir información reservada.

        -  ¿Que menús hay en el cielo, Rodrigo? ¿Hay conciertos de rock? ¿Sexo, aunque sea casto?


                                    - Romero, en el cielo no hay sexo, ni 
          los ángeles ni los humanos que ingresan en el cielo tienen ningún tipo de apéndice ni orificio de entrada, los deseos sexuales se subliman con los cantos gregorianos. Allí no es necesario comer ni beber, y todo el día se reza en infinitas columnas, como un gran ejercito de seres perfectos que se arrodillan al paso de dios. La población del cielo esta formada por las cúpulas del vaticano, políticos, personajes ricos e influyentes, delincuentes de cuello blanco, traficantes, y los millones de avispados que han trabajado su llegada al cielo como un plan de pensiones.

           La descripción que hizo Rodrigo del cielo, cambió mi punto de mira.

        - ¿Temperatura media del infierno?   - le pregunté con la intención de que se explayara.

        - Desde el año 1950 hay aire acondicionado,  - sonrió - el infierno es una estación parecida a la que vivíamos en la tierra, pero sin políticos ni religiosos, sin maleantes, sin dinero y sin propiedades. Cada uno trabaja en lo que realmente le gusta y las tareas menos demandadas son realizadas por robots fabricados por la colonia de japoneses residentes en el infierno. Todos los días hay festivales de jazz, blues, bossa, cine y fiestas de todo tipo. El sexo es uno de los productos principales de ocio, allí ya saben que eso del amor de pareja es un camelo, que solo es un proceso químico pasajero. Los productos autóctonos de la zona destacan por su calidad, plantaciones de  marihuana curativa y sobre todo los destilados de malta que ya están siendo exportados a la tierra, de estrangis por supuesto. Ah, de esto ni una sola palabra  - dijo el funcionario con el indice sobre la boca.

        - Confieso que merezco ir al infierno , adelante, proceda   -  la decisión ya la había tomado, solo rezaba para que el funcionario estuviera en lo cierto.

        Rodrigo se aclaró la voz y leyó de manera solemne un contrato que curiosamente ya tenia preparado, declarándome culpable y condenándome a pasar el resto de mis días en el infierno. 

         - ¿Alguna pregunta más antes de partir, Romero? 

        - ¿Voy a volar en primera o en clase turista? 

        - Al infierno se va en metro - Sonrió y me estrechó la mano. Sin duda fue el inicio de una gran amistad.

          ............... Sentado en una terraza acuática, puedo saborear el extraño color verde de este mar situado al sur del infierno. Jimi Hendrix toca la guitarra sobre un liviano puente de madera y juraría que ha mejorado con el tiempo, como los buenos vinos. Amy toma un whisky a palo seco, celebrando su primer aniversario. Ella tenía razón, no necesitaba la rehab, ahora es más valorada por todos. Una satánica compañía con bikini negro me quita la tablet justo antes de despedirme, y ........que le vamos a hacer, estoy a su entera disposición.
                              
                  
     

20 de junio de 2012

Mensajes Subliminales

        Los mensajes subliminales son aquellos que se cuelan por alguna rendija de nuestro cuerpo sin que seamos conscientes. Sin previo aviso nos sorprenden con la guardia baja, nos disparan sin piedad, a quemarropa, invadiendo zonas importantes de nuestro centro de control y toma de decisiones.

        Todos recibimos mensajes subliminales que son decodificados posteriormente durante el sueño o en fases de meditación, emergiendo posteriormente a la superficie y pasando a formar parte de las firmes convicciones de la víctima en cuestión. 
Sin ninguna duda, los verdaderos gurús de estos whatsapps telepáticos son las empresas de publicidad. Nos estudian como si fuéramos conejillos de indias, se encargan de convencernos y persuadirnos silenciosamente para conseguir sus objetivos, aunque para ello sea necesario entrar en nuestro subconsciente con mensajes que asocien el producto anunciado con el placer y la felicidad. Los publicistas todavía no forman parte de una banda terrorista, son totalmente legales, incluso estas técnicas de manipulación se estudian en las universidades de todo el mundo. Es difícil de creer, pero es así.                                                                   
        Las malas lenguas dicen que el aparato de propaganda de los partidos políticos siempre han utilizado los mensajes subliminales para arañar nuestra voluntad y modificar la percepción que tenemos de ellos. A los dictadores no les hace falta utilizar estas técnicas de "comunicación", aunque también han hecho sus pinitos, basta recabar información de como el Nodo en la época de la dictadura, mediante eslóganes y símbolos se encargaba de limpiar la imagen del régimen y transformar a los fachas en tiernas hermanas de la caridad. 

        Damián me contó en voz baja (como si me hubiera desvelado la fórmula de la Coca Cola) una técnica capaz de conseguir logros impresionantes mediante mensajes subliminales e información dirigida al subconsciente: "si duermes oyendo lecciones de ingles, aprendes el idioma sin esfuerzo". Desconfié de la eficacia del método, pero en mi intento de dominar el inglés para conseguir un trabajo estable y acabar con el acoso del casero al que no pagaba desde hacía tres meses, hice la prueba.
Me coloqué los auriculares con 40 lecciones de inglés para "estudiarlas" mientras dormía, pero cuando desperté, hablaba una extraña mezcla de japonés y spanglish parecida al lenguaje que utilizaba la niña del exorcista cuando estaba poseída. No podía volver al español de ninguna manera pero no perdí los nervios, esperaba que tarde o temprano el efecto satánico desapareciera. En ese momento vino el casero a reclamarme el dinero del alquiler y cuando inventaba una excusa creíble, comencé a hablarle rebobinando al revés con acento demoniaco, el casero retrocedió unos pasos con los ojos muy abiertos y sin mediar palabra corrió despavorido escaleras abajo. No podía creerlo, el método había funcionado.


9 de junio de 2012

Una de casinos

                                     
        Cavilaba y reflexionaba sobre mi situación económica, buscaba alternativas para activar mis reservas y seguir manteniendo mi actual nivel de vida, y cuando menos lo esperaba, se me encendió la bombilla y vi una luz resplandeciente formando una palabra que decía: Casinos.  He recorrido todos los casinos de España, he recopilado la información necesaria para ganar mucho dinero y ahora puedo codearme con cualquier tahúr, retar a la banca de los casinos o saquear a las luminosas maquinas.

          Maquinas tragaperras:
1) Siempre que entres por primera vez a un casino, juega en las maquinas tragaperras más cercanas, así el casino te regalará la suerte para intentar atraparte posteriormente como la tela de araña apresa a la mosca. Si piensas que un casino no tiene alma, te equivocas.

2) Fíjate unos limites de perdidas y ganancias antes de abandonar la maquina. Este punto hay que cumplirlo a rajatabla, no seas un kamikaze de los casinos, mantente frío jugando y evita convertirte en un ludópata. Si te contaminas con la adicción, la banca te ganará sin remedio.

3) Elige el mejor día para jugar. Un domingo es un buen día porque los sábados por la noche las máquinas quedan cargadas hasta los topes.

4) Infórmate por Internet de todos los detalles técnicos de cada máquina, cuantía y frecuencia de los premios así como del porcentaje para elegir las más adecuadas.

5) Como un buen cazador, observa a tu presa, comprueba el comportamiento de las maquinas con los clientes y acude veloz si alguna es abandonada caliente. Aprende de las abuelitas, no saben como funciona un teléfono móvil, pero las ludópatas de la tercera edad se conocen las maquinas como nadie.

        Ruleta, sistema martingala:
        La técnica es muy sencilla pero efectiva, consiste en apostar doble siempre que perdamos en la ruleta. Empezaremos apostando 2€ al rojo. Si sale negro, apostaremos 4€ de nuevo al rojo, Si vuelve a salir negro apostaremos 8€ otra vez al rojo y así hasta ganar la apuesta. Si sale seis veces el negro de manera consecutiva (muy improbable, 1.5%), dejamos de doblar la apuesta y volvemos a empezar. Esa pérdida podrá ser amortizada por las múltiples apuestas ganadoras.



APUESTA
2,00 €
4,00 €
8,00 €
¿HAS GANADO?
NO
NO
SI
GANANCIAS
-2,00 €
-4,00 €
8,00 €
COMPUTO GLOBAL
-2,00 €
-6,00 €
2,00 €


              Pero cuando cavilaba y reflexionaba sobre mis futuras ganancias con el juego, vi en la televisión la reunión de los ministros de finanzas de G7 deliberando sobre el rescate de España y regañando a nuestros dirigentes de una manera velada, como se reprende al alumno que ha suspendido los exámenes de Junio. Caras rojas y barrigas hinchadas, esa era la punta del iceberg del poder económico. Algo me dijo que no debía formar parte de personajes de esa calaña, que la dignidad estaba por encima de cualquier cuenta bancaria en un paraíso fiscal. La idea de ser rico no me pareció atractiva y sin pensarlo dos veces olvidé todos mis trucos secretos y jamás volví a pisar un casino. Lo que importa no se puede comprar con dinero, ¿para qué perseguirlo?  Otra cosa es que alguien quiera rescatarme y me dé 100.000 millones de euros, pero aviso, es posible que en un par de noches de vicio y perversión me lo queme todo.                                                                                                                                                          

27 de mayo de 2012

La tiranía de las leyes naturales


     
        Si salimos de nuestra burbuja montados en la fuerza centrífuga de la voluntad y miramos al exterior, podremos atisbar otras realidades, diferentes culturas, pueblos con una dignidad sorprendente a pesar de soportar unas condiciones de vida infrahumanas. A mi vuelta, la palabra crisis me pareció extraña viendo a comensales de paellas en restaurantes llenos, y como un espía, agudicé mis sentidos para averiguar que estaba pasando.
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         Todavía la recuerdo, sus ojos traslucían un espíritu guerrero que le impedía resignarse a presenciar como en los pueblos pequeños e indefensos siempre llueve sobre mojado. Flotaba a su alrededor una energía capaz de cambiar el mundo, defendía a los débiles, odiaba las injusticias y caminaba con la cabeza muy alta. Daba con las manos llenas, era su virtud y también su recompensa. Un urbanita como yo no estaba dispuesto a vivir en un desierto, y torpemente utilicé un tono pragmático y moderado intentando disuadirla de su intención de permanecer allí de manera indefinida, insinuándole que un día podía despertar y comprobar que solo había sido un sueño y que corría el riesgo de ser arrastrada por la corriente de la utopía, pero ella replicó preguntándome si yo también me dejaría arrastrar por esa corriente. No hacía falta contestar, me tiraría desde las torres Kio en parapente si me lo pidiera. Allí la conocí, en Tindouf, defendiendo causas perdidas.
     
         En micromundos similares a peceras, pequeños seres juegan a ganar y a eludir servidumbres, el mejor bocado es para los más competitivos, dejando las migajas para los perdedores. A estos últimos les espera una triste existencia, pero es una ley natural y todo el mundo lo sabe, hasta en los documentales del National Geographic se indica claramente como funciona la madre naturaleza, al puro estilo "ley de la selva", todo diseñado para no romper la cadena alimentaria y el equilibrio ecológico, por supuesto. Darwin difundió sus teorías evolutivas corroborando la selección natural, y que decir de Nietzsche y su Zoroastro, abrazando el arquetipo del superhombre y acercándose a la idea de una especie pura y perfecta alejada de la chusma.  

         Pero entonces, ¿qué hacemos con los renglones torcidos de dios, con los viejos sin memoria, con los niños famélicos, con las mujeres amenazadas de muerte en su propia casa, con los marginados, los imperfectos, los apátridas o los perdedores?  Sin políticas sociales amplias, cualquier régimen político nos lleva inevitablemente a la selva y al sálvese quien pueda. Cuando la oligarquía empiece a preocuparse por nuestra toma de conciencia, cuando hablemos con los dioses de tú a tú, cuando los príncipes sean los de abajo y cuando la utopía sea la realidad principal, la solidaridad estará ganando la batalla que libra contra el egoísmo.     
                                                                                                                          
                                                                                      
                               

18 de abril de 2012

El club de los toreros muertos



           Toreros, yo creo en vuestra grandeza y en el arte sublime de la tauromaquia, y os hago una propuesta para afrontar con dignidad la polémica creada por los ignorantes agnósticos antitaurinos:  luchad contra los toros, pero sin espada. Utilizad la astucia y el arte ante la fuerza bruta, y si vuestro dios protector se distrae durante unos segundos y sois abatidos, doce corceles blancos arrastrarán vuestros cuerpos manchados de vino rojo. A pesar de vuestras lágrimas, será un día de gloria, pues los sonidos de vuestros llantos agónicos serán arropados por los apasionados olés del  respetable.


          Posteriormente, hornos crematorios convertirán vuestros cuerpos en cenizas, cenizas que serán esparcidas por las dehesas que acogen a los sementales de las mejores ganaderías, como símbolo de vuestro valor sin límites.
Si esta fórmula que os aconsejo fervientemente no os convence, esperad a que empiece a aflorar una nueva burbuja inmobiliaria para trabajar en la construcción, por ejemplo. Es posible que así podáis ganaros la vida sin tener que matar, sin tener que disfrazar la cruel muerte de un animal con el velo de un arte que se me antoja repugnante, y con la única finalidad de divertir a sádicos sedientos de sangre. La obra os espera, machotes.

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8 de abril de 2012

Diario El Surrealista - Últimas Noticias

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           Fuentes bien informadas cercanas al Vaticano, confirman sin ningún genero de dudas que al papa Benedictine 16º, en un receso de la ceremonia del Vía Crucis de Viernes Santo, en la plaza de San Pedro, se le oyó cantar la siguiente estrofa en voz baja:  “..tú lo que quieres es que me coma el tigre, que me coma el tigre”, y una vez que se vino arriba, se arrancó con unas palmas por sevillanas, cantando con una fusión de acentos que encandiló al personal.  La ceremonia terminó con las consabidas peticiones del respetable de "otra, otra".       
              
                                                                                                          

28 de marzo de 2012

Otras realidades

el cazador
       
         Tengo un recuerdo vago y alcohólico pero creo que el sábado estuve en una boda. Parece mentira pero todavía hay gente que se casa, y eso que la letra pequeña del contrato indica con claridad que el matrimonio puede perjudicar seriamente la salud de la pareja y acabar de un plumazo con la magia, suponiendo que quedara alguna. Posiblemente estas ceremonias esconden un deseo innato de poseer a la otra persona, un anhelo oculto de comprar una esclava o de contratar un guardaespaldas, vaya usted a saber. 
    
        Todavía se compran esposas a cambio de un puñado de camellos, de los de cuatro patas, pero vamos a la boda. Fue etílica y alucinógena, como casi todas, con los consabidos lemas típicos de:  “vivan los novios”  y “que se besen, que se besen”, y por supuesto no faltó un animador con un molesto micro que no hubiera sobrevivido si el mal de ojo y el vudú realmente fueran efectivos. Mientras tanto, los decibelios en el aire aumentaban sin parar de manera directamente proporcional a las botellas de vino y cerveza que iban desfilando por las mesas.
Al final ya nadie sabía si estaba en una boda, en un bautizo o en una comunión, pero alegría, tengo que decir sin dudar que había a raudales.


         Antes de terminar la abundante cena, se produjeron migraciones para fumar en los enormes e inmaculados aseos del salón del hotel, formándose dos corrillos, uno alrededor de un surtidor de cocaína, y otro junto a un dispensador al pormenor de chinas de hachís. En la improvisada tertulia se mezclaban risas, temas tan dispares como el paro, el matrimonio, proyectos para emigrar a Alemania y sugerencias para seguir la noche después de la boda.


       La barra libre, el agua de fuego y el reggaetón que sonaba repulsivamente fuerte, acabó por destrozar los pocos cerebros que todavía sobrevivían. En el salón ya solo existían dos tipos de especies: 
       A) La gente responsable, los que se habían puesto hasta arriba de alcohol.
       B) La gente irresponsable como nosotros. Si hay una figura gráfica que nos pudiera definir en ese momento, sería la del zombi sapiens.
Después de continuar toda la noche por los tugurios del casco antiguo de Alicante, la cama me acogió como la Cruz Roja lo hace con un herido de guerra, y sin tiempo para quitarme la ropa, me dediqué a soñar las cosas más disparatadas que recuerdo desde que analizo mis sueños.


       En el primer sueño, yo formaba parte de la pancarta que encabezaba la manifestación de la huelga general. A mi izquierda, que es mucho decir, tenia a Rajoy, disparando a lo Swarzenegger con un kalashnikov contra toda la gente que había en la manifestación. Cuando le pedí explicaciones por su salvaje actuación, me contestó que era la única solución para detener el paro, argumentando que a Vulcano, el dios del trabajo, había que ofrecerle un sacrificio para que nos mandara empleo, como el maná que alimentó al pueblo judío en el desierto, y ese sacrificio era la muerte de parte de los plebeyos. Desperté aturdido de la pesadilla y en ese momento lo comprendí.


        En mi segundo sueño, el Ayuntamiento de Roquetas de Mar organizaba una corrida de toros para niños, para introducirlos en el mundo del arte, según "ellos". Me desperté con la boca seca agradeciendo que fuera solo una pesadilla, pero no, estaba oyendo la radio que ratificaba la esperpéntica noticia. Me bebí media botella de agua de un trago y seguí durmiendo.


        Mi tercer sueño me llevó hacia senderos espeluznantes. Soñé que el Valle de los Caídos se había convertido en un parque de atracciones. Franco, en un ataúd de cristal, saludaba con un movimiento rítmico del brazo gracias a un engendro mecánico y a la vez repetía con voz de pito, “yo por España.... mato”.  Junto a paquito, había una bandeja para echar monedas y cuando me disponía a colaborar en el mantenimiento de este maravilloso parque del horror, me despertó el morro húmedo de Diego, mi perro, recordándome mis obligaciones como dueño. ¡Joder!, mira que me recomendaron un montón de veces que comprara un canario, pero bueno, a Diego no lo cambio ni por un loro con pedigrí, a excepción de una especie de loros que hablan en ingles, que eso ya habría que pensarlo. 


        Mientras me quitaba la ropa para ducharme, advertí que iba vestido con un chaqué, como un verdadero novio. Hice inventario de la tormentosa noche que había vivido y no encontré en la realidad ordinaria ninguna boda, entonces, ¿fue un sueño? 
He rechazado la idea aparentemente lógica de sacar conclusiones al respecto, porque intuyo que la línea que divide la realidad de los sueños es muy estrecha, delgadísima, casi inexistente.                                                             

19 de marzo de 2012

Monos con pantalones

                                      


         Con los ojos clavados en el techo, amanece en blanco y negro con la banda sonora de los vehículos que empiezan a inundar la ciudad, esclavos sin cadenas montando el escenario de la vida cotidiana. Se oye algún grito de alguien que desconoce el volumen del alba y empieza la carrera hacia el bienestar a cambio de nuestro tiempo y nuestra vida. 


        Afilando mi mano con la lija de la cara, observo dos ojos hinchados por el insomnio frente al espejo, ese enemigo íntimo que me recibe frió y distante como siempre y me somete a un tercer grado riguroso, ¿acaso le he preguntado yo por qué tiene salpicaduras de dentífrico?  No vale la pena comenzar el día discutiendo con el primero que te toca los huevos. Mirándome fijamente sé que me estoy desviando del camino, pero ¿de qué camino?


        En la procesión hasta el trabajo, la radio me castiga con música de todo a cien, las noticias anuncian que ha subido la gasolina, veinte muertos en accidentes de tráfico, aumenta la inseguridad ciudadana y noticias de deportes, que a falta de religión o soma, cumple perfectamente su función narcotizante. Más opio para el pueblo.
A través del cristal del coche veo rostros somnolientos y desencajados en medio del atasco, enemigos anónimos que hacen rugir sus motores intentando llegar antes que yo, pero eso ya lo veremos, monos con  pantalones.  

11 de marzo de 2012

La corbata me mata



          Alguien me contó que la corbata se ha mantenido durante todos estos años por su simbología relacionada con el poder y el estatus social, además de llevar inplícita una subconsciente connotación fálica. La corbata oculta el interior y deja en la superficie solo la apariencia y el deseo de ser aceptado por la manada de la nobleza. Yo aconsejaría a quien esté cansado de hacer el papel de gregario, que en lugar de corbata, utilice una butifarra catalana alrededor de su cuello. Protege del hambre y como símbolo fálico y prenda original, no tiene comparación. También me han contado estos otros disparates:


           *- Entrando a una academia cutre de inglés: 
               - Se puede?
             - If, if, between, between.

          *- Mi mujer y yo fuimos felices durante 20 años. Luego, nos conocimos.


           *- Era tan feo que el médico dijo al nacer: “si vuela es un murciélago”.

           *- Definición de lamentable: hombre con una erección que camina   
               hacia una pared y que choca con la nariz.

          *- Era tan feo que cuando envió el curriculum por email, el antivirus
               detectó su foto.

                                                  
           *- Dios mio, dame paciencia... ¡Pero dámela ya, coño!
         
           *- Estoy en una situación económica tan delicada que si mi mujer se  
               va con otro, yo me voy con ellos.

           *- Definición del verbo estudiar: desconfiar de la inteligencia del               
              compañero de al lado.

           *- Obesos del mundo, la leche engorda. Firmado: una embarazada.
            
           *- Definición de intelectual: hombre capaz de pensar durante más de              
               dos horas en algo que no sea sexo ni futbol.    
                          
                        

Steppenwolf