10 de octubre de 2011

Una causa perdida

                         
        Morena y menuda, con zapatillas y vaqueros raídos, solía estar sentada frente al lago huyendo de la multitud, siempre en el mismo banco y con un libro sin letras. La conocí un invierno lluvioso, un día en el que el cielo coloreaba el lago de gris sobre un fondo sepia.  Ahora nos vemos casi todos los días y compartimos secretos sobre hechizos y brujería. 

        Cuando estoy con ella, toda mi atención se centra en esos intensos silencios sugerentes que recita con maestría. Su mirada cómplice siempre deriva en una sonrisa melancólica, y sin despedidas, desaparece dejando una estela de luz blanca en un horizonte cambiante. Ella vive muy cerca de nosotros, entre la nieve y el fuego, rodeada de magia.

        Fiel espectadora de tormentas, pasea bajo la lluvia con su paraguas transparente, oyendo el murmullo del agua y fundiéndose con el delicado aroma de la tierra mojada, y a pesar de ser una diosa solitaria, siempre se hace acompañar por el silencio y por todas nuestras causas perdidas.

9 comentarios:

  1. Causa perdida, pero atractiva en los conglomerados urbanos y atrapante desde la seducción del silencio.
    Soledad que lo acompaña no es lo mismo que sentirse solo y secarse.
    http://enfugayremolino.blogspot.com/

    ResponderEliminar
  2. Tiene más rasgos de hada que de bruja, esta joven. Hay seres así en la vida real, pero muy pocos. Dar con uno de ellos es un regalo.

    ResponderEliminar
  3. Que lindo es, es curioso pero para cada uno la soledad tiene un color, un sabor y otro pensamiento, pero el tuyo me ha encantado.

    Por cierto, la foto es entrañable y me gustaría a mí estar con esa soledad y en el mismo sitio.

    Me gusta, Steppen

    ResponderEliminar
  4. siempre estamos solos, irremediablemente, solamente solos... es un buen principio sentirte bien con su presencia, puedes compartir pensamientos y secretos, pero tampoco te quedes colgao de ella, eh.

    sólo solos.

    ResponderEliminar
  5. Laura, una causa perdida si no hay nadie más.



    Pas, desde que la santísima inquisición quemaba a las brujas, siempre me han caído mejor

    ResponderEliminar
  6. Senses, siempre me acuerdo de la soledad cuando estoy con mi suegra.


    Julia, coincido contigo en la foto, lleva una carga de soledad y tristeza que sobrecoje.

    ResponderEliminar
  7. La soledad, como algunos otros nácares esparcidos, es causa perdida.
    ¡Como para encontrarla!

    (Steppen: No sé cómo acceder a pseudosociologa... que desde hace dos o tres días ha desaparecido su blog.
    ¿Serías tan amable de decírselo?
    Agradecida)
    Hale, hoy día gordo y grande como el mismo sol
    Abrazos

    ResponderEliminar
  8. Es muy distinta la soledad que encuentras sin buscar que la que, a veces, necesitas encontrar... Yo me entiendo! :-)

    ResponderEliminar
  9. Pilar, yo tampoco puedo entrar en el blog de la socióloga, esperemos que aparezca. Saludos.



    Merce, cambio soledad por piso amueblado y vistas al mar.
    Un saludo.

    ResponderEliminar

Steppenwolf