6 de febrero de 2011

Miedo

    
         
       Hemos estado apunto de ser atracados pero hoy las medidas de seguridad si han funcionado, han sido unos minutos tensos, con un silencio que olía a miedo. Hoy en día trabajar en un banco es una actividad de alto riesgo, similar a la de un torero o un piloto de Formula 1, y encima ahora nos echan la culpa de la crisis. Un día de estos nos queman la oficina. 

       Mi piloto automático se encarga de conducir y de llevarme a casa, yo solo pienso en Marta y en la cena de esta noche, sexo, drogas y rock and roll; Sodoma y Gomorra; el Kamasutra; Nueve Semanas y Media, ........... pero un claxon estridente y repetitivo me hace salir de golpe de mis tórridos pensamientos, no he visto el coche que venía detrás, modifico la dirección del coche y levanto la mano excusándome, pero el conductor del Ibiza negro no acepta mis disculpas y se sitúa a mi derecha insultándome en hebreo, yo le indico con el dedo corazón lo que puede hacer con su tiempo libre, acelero el coche y me olvido del asunto. Cuando llego al semáforo, oigo un frenazo y veo acercarse al energúmeno con cara de síndrome de abstinencia y luciendo una navaja amenazadora, tengo el tiempo justo para pulsar el botón del cierre centralizado evitando que abra la puerta, noto un sudor frío en la frente y acelero con el semáforo en rojo, después me adentro por las calles del centro hasta perder de vista al psicópata. 

       Aparco cerca de mi casa e intento tranquilizarme, me aflojo el nudo de la corbata y respiro con fuerza para alejar los malos espíritus.; "una ducha y como nuevo", repito como un mantra. Avisto a unos veinte metros a un cabeza rapada con un pittsburg, no fiándome lo más mínimo, cambio de acera en la que hay un grupo de zombis haciendo botellón, y son las cuatro de la tarde. Uno de los integrantes del grupo etílico con un chándal blanco, un porro en la mano y oliendo a requesón me corta el paso y me pide diez euros para comprarse unas litronas, me quedo mirándolo durante unos segundos y advierto que se levantan los demás alertados por mi postura, miro a la izquierda pero la calle está vacía, no hay posibles aliados y prefiero no jugármela por diez euros, les entrego el billete guardando rápidamente la cartera, deshacen el circulo y oigo un "gracias" burlón del cabronazo que olía a requesón. Me dirijo hacia mi portería con las llaves en la mano y oigo pasos tras de mí de uno de los alcoholizados, “tu eres el del banco, tienes que tener pasta tío ¿verdad?”, cierro la puerta sin hablar y antes de subir en el ascensor, lo veo mirándome fijamente a través de la puerta de cristal. Al llegar a mi casa, me lavo las manos y veo mi cara pálida como si estuviera expuesta en el museo de cera.


       He quedado con Marta a las nueve en mi casa; la conocí anoche en el pub irlandés. Estaba sola en la mesa de enfrente y me pidió información sobre la ciudad, lleva dos días en Alicante y como buen samaritano, le ofrecí toda la ayuda que pude. Después de tres horas y tres cervezas conectamos a la perfección, le propuse cenar en mi casa y ella aceptó. Esto promete y espero que esta noche salga humo de las sabanas. Lo tengo todo preparado, música, comida japonesa y la casa limpia. 

       Suena el timbre y es ella. Está guapísima, la recibo con un beso en la mejilla, me inunda con su perfume intenso y con su acento caribeño, me habla de Venezuela y me dice que a pesar de su mala prensa es un paraíso, y viniendo ella de allí, no tengo ninguna duda de que es así. Después de tomar una copa de Ribeiro  de la botella que ha traído Marta, me empiezo a encontrar mareado, como si me hubiera tomado tres whiskys, será por la falta de costumbre de tener una mujer en casa. Nos sentamos a la mesa para cenar y antes de empezar, suena el timbre nuevamente, "¿quién será ahora?", abro la puerta tambaleándome y....... recibo un puñetazo en la cara que me deja semiinconsciente sobre el suelo, “dame todo el dinero que tengas en la casa o te mato” oigo la frase como una voz en off con acento sudamericano. El tipo apoya la punta de su navaja nerviosa sobre mi cuello y antes de darme tiempo a responder, oigo la voz de Marta: "aquí, en la habitación está el dinero".  ¡Joder!, he caído en la trampa como un gilipollas. Después de quitarme las llaves, los mil quinientos euros que tenia en la habitación, el reloj, la cartera,  los móviles y el ordenador portátil, me dice el "socio" de Marta amenazándome con la navaja: "si llamas a la policía te vas a arrepentir",  y me despide con una patada en el estómago que me deja sin respiración.

 
        Me levanto del suelo como si  me hubiera pisado una turba de hooligans, me maldigo por haber sido tan primo y me esfuerzo por desatascar mi mente. Solo llamo al banco para anular las tarjetas de crédito y decido asegurar la puerta de entrada, no tiene un cierre interior, estos quinquis tienen las llaves y no me apetece que me vuelvan a sorprender. Arrastro uno de los muebles del salón hasta la entrada, para apuntalar la puerta y poder dormir tranquilo hasta que mañana cambie la cerradura y denuncie el robo a la policía.

     Desorientado y mareado, intento ordenar mi cabeza. Tiro la comida a la basura porque de pronto me he dado cuenta que el pescado crudo me provoca nauseas y llego justo a tiempo para vomitar la cena que no he ingerido y la copa de somnífero que me ha dado Marta o como se llame. Me vuelvo a lavar la cara y lo que veo no me gusta.

       Son las tres de la madrugada, tumbado en la cama, vestido y todavía sangrando ligeramente por la nariz, oigo como la radio habla sola, la televisión estrena en exclusiva un programa de telecompra, todas las luces están haciendo horas extras, y yo, recordando, rumiando y juzgando la película de estas últimas doce horas en un bucle sin fin, y para qué negarlo, con miedo, con el miedo de un niño perdido en la noche. Mantengo el cuchillo de cocina en la mano derecha y miro los destellos de las luces del techo que se convierten en imágenes amenazadoras y no me permiten cerrar los ojos.

12 comentarios:

  1. Uff, qué angustia. Yo me planteaba seriamente un cambio de domicilio.

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  2. Excelente relato, hay de todo como en el mundo real, inseguridad, pánico, indefensiòn del cuerpo, prejuicios, expectativas, ¿generaciones perdidas?. Me pregunto cuàntas Martas hay en el mundo y dónde se pone el "acento" cuando se habla de miedo. Un beso

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  3. ¿A dónde vamos? El relato está muy bien, te deja mal cuerpo, eso sí, pero la tensión la mantienes muy alta. La tensión y una sensación de mal rollo difícil de definir.
    Saludos.

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  4. Pues valla putada lo de la tía, todo tan preparado y… si es que hay que pensar con la cabeza, no con… no ves que uno no se puede fiar de nadie.

    Valla día, si yo tengo un día así, no salgo de casa.

    Cuando me toquen al timbre y este sola, me lo pensare para abrir la puerta, que tensión chico, esta noche creo que me pensare lo de bajar a la perra

    Unnn bbesooo

    Ole por los dibujos

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  5. Aina, los relatos negros y de suspense, si no hilas fino y no eres un maestro del thriller(que evidentemente no es mi caso), se pueden convertir en relatos de humor. Vi un trozo de pelicula de matanzas hace unas semanas y estaba tan mal hecha que no podía parar de reir(no me acuerdo que fumé). Saludos.

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  6. Qué agobio, Dios mio...
    Me gustan mucho las imágenes que consigues formar, a pesar de que me provoquen malestar, aunque claro, ésa es la idea.

    Con respecto a lo que me has dicho la poesía... me da un miedo digno de relato de terror. Le tengo mucho respeto y creo que sería incapaz de escribir algún verso que mereciese la pena, pero claro, algún día lo tendré que intentar.

    Un abrazo muy fuerte

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  7. Claudia, mi intención en este relato era plasmar la indefensión que todos alguna vez hemos sentido en un mundo hostil como el nuestro. Si mencionas lo del acento, por el atracador sudamericano, nunca escribo con prejuicios o de una manera políticamente correcta, no me importa, aunque no me planteo que el miedo venga de un lugar determinado. Ante todo soy ciudadano del mundo y las banderas me parecen poco decorativas. Mi opinión al respecto del miedo es que nace de nuestros conflictos existenciales y de nuestro instinto de supervivencia caducado, al margen de amenazas externas.
    Saludos Claudia.

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  8. Igor, me alegro que te haya dejado una sensación desagrable en el estómago. No me entiendas mal, esa es la intención del post, Algunas partes del texto son autobiográficas (la de Marta, no), la persecución en coche, la agresión y el atraco si, pero no voy a renunciar a vivir por miedo.
    Saludos.

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  9. Julia, la primera imagen del lago de sangre, me impresionó, me recordaba las crónicas de guerra en playas donde el agua perdía el color azul. La imagen de los ojos vacíos, también es estremecedora.
    El miedo que sugiere el post no es tan irreal, conozco a gente que vive sola y a veces tienen episodios de miedo irracional. Edgar Allan Poe sabía que escribiendo sobre el miedo, tenía un filón asegurado.
    Saludos Julia.

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  10. Kalina, creo que nos involucramos un poco en todo lo que escribimos, si es sobre el sufrimiento, sufres un poco, y si es sobre la felicidad, vives esa sensación que has escrito, es como jugar a ser dios, hacer y deshacer a tu antojo.
    Saludos.

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  11. que historia más guapa!!! me sudan las palmas de las manos de la tensión!!!
    me gustó.
    salu2

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  12. Ismael, la historia no es tan angustiosa como la situción económica en la que estamos, que esa si que es de miedo. Saludos.

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Steppenwolf