24 de diciembre de 2010

Una tregua llamada Navidad




            Nosotros ya hemos empezado la fiesta con la bailarina del bar de la Guerra de las Galaxias y un Belén con incienso del bueno y birra.
              Feliz Navidad, a los que les gusta la Navidad.......y a  los que no nos gusta.

       
   

21 de diciembre de 2010

Libertad de expresión


       Anoche, antes de quedarme sumido en un sueño profundo, con un libro de García Márquez en el suelo y las gafas en la mesita, me preguntaba si los blogs tienen vida propia, o por el contrario son simples herramientas con las que sacamos brillo a nuestras pocas virtudes y donde arrastramos discretamente nuestros defectos, limitándonos a movernos en círculos cerrados sin dejar que entre aire del exterior.
       Justo después de cerrar los ojos, apareció frente a mí una especie de monje calvo y con barba blanca, al que seguí con la mirada, totalmente aturdido,

       - Soy Tomás de Torquemada, Inquisidor General de Blogueros - dijo con voz grave y cascada.
       - ¿Torquemada, el azote de herejes, judíos e infieles? - pregunte incrédulo.
       - El mismo, pero reciclado en nuevas tecnologías. Se ha requerido mi presencia para hacer justicia por las tropelías que se están cometiendo en este blog. Señor Antropólogo, yo soy el juez y el fiscal y usted el abogado y el acusado.
       No me pareció una división de papeles muy simétrica, pero accedí y empezó el juicio.
       - Se le acusa de deshonrar el buen nombre de la policía local, esas personas que nos ayudan a vivir sin peligros, usted les dijo “chulitos”, ¿No es así?.
       - Ese calificativo fue dirigido a un miembro en concreto, sin generalizar y además, me he declarado fiel seguidor del cuerpo de policía local de la serie de los Simpsons. - contesté sin vacilar -
       - Segunda acusación, - prosiguió Torquemada - ha mostrado un video de Rajoy saliendo del armario y de Zapatero, nada. ¿Qué tiene que decir sobre esto?
       - Con la venia señor Torquemada, un futuro presidente gay, nos llevaría a la vanguardia de la modernidad, y a Zapatero, la crisis y su propia torpeza ya le han dado por detrás, y a nosotros también por el efecto acción reacción.
       - Señor Antropólogo, ¿Que me dice de los ataques vertidos contra cazadores y Toreros?
       - Señoría, acusar a los cazadores de asesinos de animales no es un insulto sino una realidad. ¿Podemos ver como matan en directo a un animal de manera legal?: ¿Peleas de perros?, no es legal. ¿Peleas de gallos?, no es legal. ¿Toros?, bingo, lo cubrimos todo con una capa de arte y a disfrutar del morbo, señores.
       - Esa será su opinión señor Antropólogo, los animales no van al cielo ni a ningún lugar, pero sigamos. ¿Por qué ha herido el honor del Clero?.
       - Yo no soy el que afirma que hay graves y numerosos casos de pederastia en el clero, lo dice el papa, y por cierto señor Torquemada, la policía inspecciona las finanzas del vaticano.
 Escandalo financiero - Vaticano
       - Aquí el que acusa soy yo - respondió airado Torquemada - se le acusa de analizar temas delicados tales como las drogas, el sexo, el cáncer, el suicidio, el infierno…..
       Sin dejarle acabar su larga acusación, le interrumpí con una palabra que le hizo callar,
       - Infierno, eso es, ahora le recuerdo Torquemada, estaba en el Bar del Infierno, y por cierto, muy bien acompañado, - Torquemada carraspeo tragando saliva - aunque debo decirle que en ciertas circunstancias yo olvido fácilmente.
        Sintiéndose descubierto, como casi todos los moralistas, Torquemada dijo:
       - Queda absuelto de todos los cargos, y sepa usted señor Antropólogo, que yo defiendo la libertad de expresión. Debo partir, el deber me llama, me esperan los de la ley Sinde para resolver un entuerto en la red, buenas noches.

       Me despertaron los aullidos de los vecinos de la habitación de al lado que intentaban frenar el envejecimiento de la población española, y me preguntaba mientras me rascaba la cabeza el motivo de estos sueños sin sentido.

18 de diciembre de 2010

Cancer ( 3º capítulo )




                                                                   Capitulo  III




     Desde la planta 26ª de la Torre Blasco Ibáñez, la imagen de Valencia le servia de fondo a sus atormentados pensamientos. Conecto el teléfono móvil con prudencia, esperaba quizás llamadas del banco, pero lo que había era….. !Veinte mensajes de la clínica Center!. Mientras llamaba a la clínica , especulaba con angustia, ¿No cubrirá la póliza del seguro médico, algún aspecto de la enfermedad?




        A los pocos segundos la voz del doctor Valero sonó al otro lado de la línea.
       - Gerardo, por fin puedo hablar con usted.
       - ¿Qué quiere doctor? - inquirió Gerardo sin preámbulos.
       - Por una parte quiero pedirle disculpas - se aclaró la garganta mientras tomaba aire - y por otra ..…. siéntese porque le voy a dar una muy buena noticia.
       - ¿Cómo? - Gerardo no entendía el enigma.
       - Sus análisis clínicos eran de otro paciente que tenía su mismo nombre y apellido, los expedientes se cruzaron en el ordenador por error, el otro paciente ya ha fallecido desgraciadamente, pero usted, solo tiene una pequeña úlcera que con el tratamiento adecuado, desaparecerá.
       - ¿Qué?, ¿Me está diciendo que no tengo ningún cáncer terminal?
       - Sé la angustia que le ha ocasionado el error, pero le compensaremos adecuadamente, y que no le quepa la menor duda………
Oyendo de fondo el parloteo del médico, Gerardo apagó el móvil.


       Perdido en una atmosfera extraña, se sentía como un reo en el corredor de la muerte. Nunca podría trabajar en un banco, era lo único que sabia hacer. La policía vendría de un momento a otro, iría a la cárcel y probablemente saldría en televisión, en los programas de carnaza, tapándose la cara como un vulgar chorizo de cuello blanco o un concejal sobornado.
Con Mercedes lo tenía todo perdido, no podía pedirle ayuda, ni siquiera defensa jurídica.
Bianca no le perdonaría haberla utilizado como una prostituta, nada más lejos de la realidad. El destino había sido muy cruel con él.

       Miró fijamente al suelo desde el balcón, los coches encogían en un circuito caótico y los puntos negros que andaban de un lado a otro de manera enloquecida, serían tarde o temprano unas víctimas como él, del estado del bienestar.
Sintió una atracción obsesiva y creciente hacia el vacío, la fuerza de la gravedad le arrastraba hacia el suelo. Vio la sonrisa de Bianca en el aire, moviéndose entre los cristales de los edificios, ahora la veía girando rápidamente mientras el cielo se alejaba, el viento esquivó su cuerpo antes de llegar al suelo y después…….la oscuridad y el silencio.



15 de diciembre de 2010

Cancer (2º capítulo)



                                   
                                                               Capitulo    II




       La chica de Ipanema existía, y eso lo comprobó en directo Gerardo. Bianca era una camarera del Music Palace, local de moda entre Copacabana e Ipanema donde se fabrica la mejor bossa nova de Brasil. Deslumbrado por su belleza, desplegó sus dotes de seducción de apuesto cuarentón, y Bianca, también desplegó sus plumas. Ella sabía manejarse perfectamente en las distancias cortas con hombres maduros, cultos, y con dinero, cualidades que no percibía en jóvenes de su edad.




       Después de tres días de encuentros “casuales”, la invitó a comer en el Garota. Bianca no cesaba de reír, hablando esa mezcla de portugués y español que a Gerardo le sonaba a música.
       - Voy a estar un mes en Rio, te propongo que seas mi guía, no te vas a arrepentir Bianca.
       - ¿Y mi trabajo?
       - Pide vacaciones, invéntate cualquier cosa, tu puedes conseguir lo que quieras - le cogió la mano y esperó una respuesta.
       -Déjame que lo piense Gerardo, !Vas muy rápido! - le regaño cariñosamente, pero ella ya lo había decidido, sentía una fuerte atracción por él.


       Las ocho pastillas que tomaba cada día, le permitía hacer una vida normal, las molestias eran mínimas, podía hacer el amor con la pasión de los veinte años. Ella se comportaba como una mujer madura y segura a sus veintidós años, mientras que Gerardo actuaba como un niño, de cuarenta y cuatro. Vivian como millonarios, limusinas, viajes en barco, hotel de cinco estrellas, cenas con baile, y desayunos con diamantes.
Ojalá, pensó, la hubiera conocido antes, cada día, redescubría a una mujer joven, inteligente, y con una sonrisa capaz de iluminar toda la noche de Rio, sin embargo, una alarma, un pensamiento traicionero le expulsó del paraíso….. se estaba enamorando, y esto no entraba en el guión.

       Desde la suite del hotel se veían las luces de la bahía, titilando en el agua como animales bellos y extraños. Se vistió en silencio mientras Bianca dormía, recapitulando la caótica sucesión de hechos del ultimo mes y medio.


       Recordó a Mercedes, abogada del estado y diez años mayor que él, con un enorme patrimonio, culpable del flechazo que sintió por ella, sería la solución definitiva a su delicada situación económica. La llamó antes de volar a Rio, “ Mercedes, no cuentes conmigo, todo ha sido una farsa”.


       Dos días antes del viaje, desvió 300.000 euros a su cuenta, de una de las remesas de Aluminios del Mediterráneo. Gerardo contaba con la confianza de su director y la doble contabilidad de los últimos asientos, le proporcionaría el tiempo suficiente para disfrutar de todo el dinero antes de que se descubriera la malversación de fondos.


       La dolce vita se acabó, solo le quedaba mirar por ultima vez el maravilloso revuelto de pelo negro y piel dorada de Bianca sobre la cama, dejó sobre la mesita una carta, con sabor a despedida y dijo adiós en voz baja.  El avión le alejaba de la vida y tragándose otra lágrima, se preparaba para enfrentarse a su destino, para enfrentarse a la muerte.






12 de diciembre de 2010

Cáncer (Capítulo I)




       A finales de Octubre escribí esta historia en papel y hoy me he atrevido a publicarla. 


                                                                        Capitulo I

         Gerardo trabajaba en un banco, se había separado recientemente, como yo, y coincidíamos de vez en cuando en el club de tenis del puerto de Valencia. Llevaba una vida sana y ordenada pero empezó a sentirse mal y decidió acudir a un especialista.

                                                                                                          




      Dejó su nuevo Audi en el parking de la Malvarrosa. Era un lunes caluroso de agosto, pero Gerardo percibía vientos glaciales, sería por el aire acondicionado de la Clínica Center, el centro médico más prestigioso de Valencia. En la sala de espera, repasaba una y otra vez las reseñas sobre el cáncer de colon que había estado leyendo en Internet, hemorragias leves, molestias intestinales, deposiciones dolorosas, todo los síntomas coincidían con los suyos, excepto su temperatura que era normal, entonces, se persuadía, no podía ser una enfermedad grave.


       La serie de circunloquios y pensamientos repetitivos fueron interrumpidos por la enfermera:
     - Don Gerardo, el doctor Valero le espera en su despacho, acompáñeme por favor.
       Mirando de soslayo la silueta de la joven enfermera, entro en el despacho y encontró al doctor, con rostro solemne, invitándole a sentarse. Después de un silencio que le pareció eterno, el doctor arrancó de una manera forzada y fue directo y conciso.
      - No tengo buenas noticias para usted - Gerardo sintió como se mareaba mientra un pitido agudo penetraba en sus oídos.
      - Tiene un cáncer de colon avanzado - el doctor le acerco un vaso de agua, observando la palidez de su rostro.
      - El tumor se ha extendido tanto que su esperanza de vida apenas supera los dos meses, la intervención quirúrgica ya no es efectiva, lo siento. Se que es muy duro lo que le estoy diciendo, pero atiendo a su petición de máxima franqueza - el mundo se le cayó encima, la expresión desencajada de Gerardo, retrataba su inmenso dolor.
      - Puede pedir una segunda opinión - reanudo su monólogo el doctor - su póliza de seguro se lo permite, y si las conclusiones son las mismas, debemos trazar una hoja de ruta sobre la enfermedad, incluyendo un plan analgésico hasta que sea hospitalizado para recibir cuidados paliativos en los últimos días. Si tiene que abandonar la vida, que sea dignamente, nosotros le ayudaremos.


      Gerardo se sentó en el coche tan aturdido que no recordaba como se abrían los cristales de las ventanillas y antes de arrancar el motor, lloró desconsoladamente como un niño solitario en el parking de la Malvarrosa.
      Al día siguiente, desde el banco, reservó un billete de avión para Río de Janeiro, hizo una lista de viaje y tachó de su agenda los meses de noviembre y diciembre, no los iba a necesitar.




7 de diciembre de 2010

De incógnito en el infierno



      Miro de frente a la tentación y desciendo de incógnito al infierno atravesando la primera linea de fuego. Las asesinas de almas, en la avenida de Lucifer, no me impiden entrar en el Túnel Rojo y, sin pedirlo, me sirven un cóctel lisérgico sin hielo, mientras los diablos balancean sus cuerpos de mujer caldeando lentamente una atmósfera espectral.

Tumbado sobre el horizonte, oigo un mantra lento e hipnótico; el veneno difumina el contorno de las imagenes y trompetas de oro me reciben con sonido delay y ecos de colores desconocidos. El espectáculo ha comenzado, hoy recorreré la oscuridad de su cuerpo con brillos desesperados.

Las paredes se mueven con sinergias onduladas mientras viajo sobre la cara oculta de mi mente. Es posible comprenderlo todo a través de los libros sin letras que solo puedo encontrar aquí, entre los huecos de una segunda realidad. Una extraña felicidad  me acoge como a un huérfano perdido, y la explosión de una supernova aparece deslumbrante ante mis ojos. Sé que no estoy soñando, estoy muerto dentro de la mañana gloriosa de una amapola.

Resucito, golpeando los sentidos, y vuelvo a la superficie con el disfraz de horario de oficina mientras espero sentado en el andén de la estación. El humo cannábico que desdibuja el último tren se eleva suave y cauteloso mezclado con poemas de Leonard Cohen, recordándome una y otra vez que soy un impostor.

3 de diciembre de 2010

El cazador doméstico



      El Cazador (1978), es una película que se mantiene en la retina durante horas después de verla por primera vez. Dirigida por Michael Cimino y protagonizada magistralmente por Robert de Niro y Christopher Walken, solo recibió 5 estatuillas de la academia, y digo solo porque a mí me parece una obra digna de pertenecer al Olimpo del cine, en los primeros puestos de la clasificación.
La película remueve conciencias, da una patada a nuestro confortable sillón con terribles y descarnadas secuencias, tan crudas que a veces los ojos se niegan a seguir abiertos. El aire de derrota que destila toda la obra nos impregna de tristeza, impotencia y dolor.


        Hay una evolución y degradación psicológica muy marcada tras la vuelta de Vietnam de los protagonistas que se refleja en una escena de caza sublime, donde Robert de Niro, apuntando con su rifle a un ciervo, reflexiona durante unos segundos y decide no disparar ante el asombro de sus compañeros. Genial banda sonora y fotografía en esa escena en la que estuve apunto de levantarme y aplaudir, pero todavía quedaba película y en el cine no se aplaude.

      Mi intención no es realizar la crítica de la película, sino criticar a los cazadores domingueros. Alguna vez me he tropezado con algún cazador que mostraba orgulloso una pieza recién abatida, aves sangrando, conejos con heridas mortales en la cabeza. Sus caras de gilipollas delatan su falta de sensibilidad y de remordimiento después de haber matado a animales indefensos con los cuales compartimos gran parte de nuestro ADN, pero el problema fundamental lo tienen en sus cabezas infantiles, sus cerebros no han madurado lo suficiente como para llegar a ser conscientes de que la vida de los animales y la nuestra estan en el mismo camino y al mismo nivel. 

      Vamos a hablar claro de este modélico deporte, es hora de denunciar esta vergüenza, como lo están haciendo multitud de asociaciones defensoras de los animales de un modo totalmente altruista y con el fin de concienciar y acabar con esta lacra. El cazador dominguero no necesita matar para comer, mata para jugar, para saciar su sed de agua corrupta, para conseguir una foto con una pieza de 3 kilos (¡que valor!) y para decorar el salón con una cabeza de ciervo que bien podría ser la suya.

      El cazador caza porque su instinto asesino no le deja dormir, es como una droga que también le ocurre a sicarios y a miembros del crimen organizado, sienten el “mono” cuando no matan, ¿cual si no es el motivo de su adicción a la caza? Pero ellos recitan de memoria un ramillete de razones para defender su noble afición y nos muestran sus vergonzosas excusas para huir de los remordimientos de conciencia: “ los animales no sienten dolor”,  “en los mataderos también los matan” o  “si no existiera la caza, habría mas paro”, argumentos que se caen por su propio peso y retratan sus absurdas mentes de necios cazadores domésticos.





Steppenwolf